Para llegar a una vida hermosa, de fidelidad y lealtad, nuestra naturaleza humana no es suficiente, es necesario que la fidelidad de Dios entre en nuestra existencia, que nos contagie.
1) Para saber
Continuando con la catequesis sobre los diez Mandamientos, el papa Francisco consideró ahora “la Sexta Palabra”, que concierne a la dimensión emocional y sexual de la persona. Cada uno de los mandamientos cuida una virtud, y el sexto nos lleva a cuidar el amor puro, viviendo la fidelidad y la lealtad.
Una característica del verdadero amor es darse todo, sin reservas, y no ver sólo por la propia conveniencia o interés. Por ello debe estar bien fundado y el matrimonio es la base lo suficientemente fuerte para las relaciones amorosas entre el hombre y la mujer. Como dice el Catecismo: “El amor quiere ser definitivo” (No. 1646). La fidelidad es la característica de una relación humana libre, madura y responsable.
El modelo de todo amor verdadero lo tenemos en Cristo. Él ha dado su vida por nosotros, es el Amigo fiel que nos acoge incluso cuando cometemos errores y siempre quiere nuestro bien, incluso cuando no lo merecemos.
2) Para pensar
El músico español Isaac Albéniz fue un célebre compositor y pianista del siglo XIX. Influyó mucho en músicos posteriores. Fue un niño prodigio, pues a los cuatro años ya tocaba obras de piano. Se casó muy joven y pocos años después de su boda tuvo que ir solo una larga temporada a París.
En Francia conoció a muchas personas y en especial a una atractiva mujer con quien comenzó a tener amistad. Un día le envió a su mujer, que estaba en España, un telegrama escueto: “Ven pronto, que estoy gravísimo”. La esposa sobresaltada se puso inmediatamente en camino. Cuando llegó a la estación de París, encontró a su marido rebosante de salud y felicidad, fumándose un buen puro. Del susto pasó al enfado y le reprochó: “Pero, ¿no estabas muy enfermo? ¿No decías que estabas gravísimo?” Su esposo le contestó: “Y es cierto, gravísimo. Estaba empezando a enamorarme”.
Un acto de valentía tuvo el músico, al reconocer que de seguir separado de su esposa, terminaría siendo infiel. Siendo el amor tan valioso, pensemos si sabemos cuidarlo.
3) Para vivir
El sexto mandamiento invita a cuidar un amor puro. Pero hay el peligro, dice el papa Francisco, de llamar “amor” a relaciones desordenadas o inmaduras que, en el mejor de los casos, es solo un reflejo del verdadero amor.
Por ello importa tanto cuidar el noviazgo, con una preparación seria, para que el amor vaya madurando y creciendo, sin estropearlo con relaciones sexuales que sólo son propias de la vida conyugal. Y una vez madurado el amor, prometerse fidelidad para siempre sobre el terreno sólido del amor fiel de Dios. El matrimonio protege el amor durante toda la vida, pues como señala el papa, con el amor no se bromea.
Para llegar a una vida hermosa, de fidelidad y lealtad, nuestra naturaleza humana no es suficiente, es necesario que la fidelidad de Dios entre en nuestra existencia, que nos contagie. Esta “Sexta Palabra” nos llama a dirigir nuestra mirada a Cristo, quien con su fidelidad puede quitarnos un corazón adúltero y darnos un corazón fiel. En él, y sólo en él, hay amor sin reservas ni replanteamientos, una entrega completa sin paréntesis, la aceptación hasta el final, y así poder decir: “Con la gracia de Cristo, prometo serte fiel siempre”.
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