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Caminemos juntos como discípulos y misioneros

Navidad, una oportunidad para…

 La Navidad es un acontecimiento único en el año que nos trae a la mente y al corazón una sensación de paz y alegría, porque nos recuerda que Dios viene al encuentro de nosotros en lo personal y en lo universal.

El materialismo y la comercialización han tratado de hacer olvidar el verdadero sentido del festejo, que es recordar las bellas imágenes y mensajes del Nacimiento de Jesús, que vendría a transformar la historia y a llenarla de esperanza y a dar un sentido a nuestra vida.

Por eso, esta es nuestra oportunidad de vivir esta Navidad de una forma que nos impulse a reflexionar sobre el cauce y sentido que estamos dando a nuestra vida y de la manera como la estamos compartiendo con los demás.

Tal vez la primera reflexión podría ser qué tan importante es Dios en mi vida dentro de este ritmo frenético que nos impone el mundo moderno, donde ya no hay ni un instante para hablar con nosotros mismos por la intromisión permanente de los medios de comunicación. De las horas del día, del mes, del año ¿qué porcentaje de tiempo le he dedicado a la oración, a la formación, a la lectura de las Sagradas Escrituras, a la asistencia a mi misa dominical? ¿Cuánto tiempo converso con mis hijos, con mis padres, con mis amigos, de temas que nos relacionan con Dios?

En cuanto a mis relaciones personales sea matrimonial, con mis hijos, con mis amigos, con mis compañeros de trabajo ¿qué tan generoso y leal he sido durante este año? ¿He sido un factor de apoyo o más bien un factor de disgusto y una piedra en el zapato para los demás?

Si tengo autoridad, ¿la he usado para el bien o simplemente soy un prepotente que hago uso de ese poder para mi propia vanidad y egoísmo? Si tengo un empleo, ¿he sido responsable y me he brindado con entrega total a obtener buenos resultados o sólo he cumplido mediocremente?

Si mi única preocupación en esta época son los regalos que voy a dar y los que voy a recibir, las reuniones a las que asistiré y los compromisos que tendré que cumplir, puedo estar cierto que me han robado el sentido de la Navidad; pero si dedicaré algún tiempo para preparar detalles que hagan de la cena Navideña un momento lleno de calor donde haya detalles humanos que den sentido y alegría, pero donde además esté presente el sentido religioso de la fiesta, puedo estar seguro que aún es mío el espíritu de la Navidad.

El año pasado el Papa Francisco nos decía:

“Por lo tanto, la Navidad revela el inmenso amor de Dios por la humanidad. De ahí deriva también el entusiasmo, la esperanza de nosotros los cristianos, que en nuestra pobreza sabemos que somos amados, visitados, acompañados por Dios; y miramos al mundo y la historia como el lugar donde caminar con Él y entre nosotros, hacia los cielos nuevos y la tierra nueva”.

Les deseo una navidad llena de amor y que el niño Jesús les llene de alegría y esperanza.

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