¡Qué dicha tan grande estar a unas horas de recordar uno de los más bellos momentos de la historia! Iniciado nueve meses atrás, cuando una valiente dijo que SI, en breve recordaremos la primer bocanada de aire, el primer balbuceo, la primera mirada, la primera sonrisa que el mayor hombre en la historia ha dado.
Cortos se quedan Coca-cola con su libro para hacer feliz a alguien, o los grandes desplantes publicitarios de todos los centros comerciales por ayudarnos a conseguir el mejor regalo para nuestros seres queridos. Los felicito a todos ellos y muchos más por sus esfuerzos, pero, lo repito, se quedan cortísimos.
La Navidad es el mayor de los regalos que han existido, porque se nos ha entregado la vida misma, se nos ha entregado el amor hecho carne, en poesía que penetra el alma, eleva el espíritu y abre horizontes de eternidad. Esa es nuestra Navidad, el nacimiento de la vida que da vida, ese es nuestro gran regalo.
Estaremos con los últimos preparativos de lo que hoy haremos, yo también me incluyo en ese activismo, así que es el momento para decidir: un “regalo” o un “portal”.
El primero, el regalo, es espectacular, envuelto de miles de maneras atractivas, lleno de cientos de experiencias, de horas de búsqueda, de ahorros, de pensamientos hacia el otro. En el momento en que se entregue alcanzarán su culmen al ver el rostro del otro lleno de ilusión por ver lo que hay envuelto y de satisfacción al encontrar lo que tanto esperaba. Ahí, el regalo cumplirá su misión, dejando abierta la puerta a alguno que otro recuerdo a lo largo del año –o incluso, si hay suerte, de la vida– de agradecimiento a aquel que nos compartió dicho bien. Claro, dar un regalo es algo maravilloso.
La otra opción es algo peculiar: un “portal”. Puede que no esté tan perfectamente planeado como el regalo. De ordinario está bastante más maltratadito e incluso con imperfecciones irreparables. El portal siempre habla de historias, de mucho trabajo que tiene que seguirse dando, de entradas y salidas de todo tipo de animales, personas con todas sus historias, olores, alegrías y tristezas. El portal habla de un lugar del que de ordinario nos queremos separar para adentrarnos en la comodidad del hogar con una leña y un potaje caliente, pero el portal habla de aquello que permite que ese hogar tenga razón, es el sitio en el que la leña se corta y los potajes encuentran sus ingredientes principales. El portal es, a final de cuentas, más cercano a nuestra vida cotidiana, llena de luchas, fatigas, alegrías y gozos, amigos y conflictos. Habla de todo eso, pero sobre todo habla de humildad, de realidad, de lo que somos y de la fidelidad, de aquel lugar en el que siempre somos tal cual somos.
Hoy, puede haber una Navidad. Una navidad como nacimiento a la vida y, por lo tanto, como una gran apertura a un mundo apasionado, que es siempre un riesgo, y que no se puede terminar hoy, sino que se ha de detonar, afirmar, cimentar el día de hoy. Si esa Navidad la quieres adornar –como habrán hecho sin duda los personajes secundarios de la historia, es decir, los pastores y reyes magos– con algún regalo, adelante. Pero ese, y lo digo con cariño, es sólo el adorno. Hoy, la Navidad nos pide abrir nuestro portal, es decir nuestra vida cotidiana, nuestros afanes, nuestras ilusiones y dificultades, nuestro ser, tal cual como lo tengamos, a todo aquel que nos toque a la puerta pidiendo un poco de posada, pidiendo un poco de amor.
Hoy es NAVIDAD, hoy es momento de dejar que la vida nazca, sabiendo que nuestro corazón, nuestro portal, es ese lugar que se necesita para darle vida y convertir un instante en un camino apasionante de compromiso, de compartir, de vivir y seguir construyendo juntos un mundo mejor… FELICIDADES POR ELEGIR VIVIR Y DAR VIDA A LOS DEMÁS!
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