Este 25 de diciembre de 2014, que por una feliz coincidencia fue el año dedicado a la Vida Consagrada, los Misioneros del Espíritu Santo cumplieron sus primeros 100 años de existencia. Sus fundadores son los venerables Concepción Cabrera de Armida y el Padre Félix de Jesús Rougier, y su nacimiento fue en la colina del Tepeyac.
Esta Congregación es una de las Obras de la Cruz que tiene su inicio el día en que Conchita Armida grabó en su pecho el monograma de Jesús, el 14 de enero de 1894, con la aprobación de su director espiritual.
Conchita Armida fue el alma elegida por Dios para que nacieran dichas obras; ella estuvo casada 17 años con Francisco Armida hasta que enviudó y fue madre de numerosos hijos, pero por gracia de Dios también fue una mujer mística, religiosa y fundadora. Con todo, no faltaron los dolores y penas, compartió la cruz de Jesús.
Poco después de grabar el monograma, vio una paloma blanquísima sobre una cruz durante su oración y unos días más adelante pudo ver lo que conocemos como la Cruz del Apostolado: la paloma blanca sobre la cruz, que al centro tiene al Sagrado Corazón de Jesús, una pequeña cruz negra sobre el corazón, la lanza y rodeado de espinas, además de esa luz que brota de la Cruz. Es el símbolo de la espiritualidad de la Cruz.
El Padre Félix de Jesús Rougier nació en Francia y fue sacerdote de la Sociedad de María; ejerció varios años su apostolado en Colombia y por supuesto en México. Tras el encuentro que tuvo con Concepción Cabrera de Armida, en el que fue ella quien le habló sobre él y sobre el apostolado de la Cruz, se ligó para siempre a las obras de la Cruz. Tuvo que padecer y esperar mucho para poder dedicarse a la fundación de los Misioneros del Espíritu Santo.
En el estilo de vida de los Misioneros del Espíritu Santo, destaca el seguimiento de Jesús como Sacerdote y Víctima. El fundador pedía a sus hermanos que sean “ante todo contemplativos y después hombres de acción”, la contemplación, así como la adoración Eucarística, son primordiales.
Otra de las frases que usaba el Padre Félix fue “con María todo, sin ella nada”. Con esto, indicaba que aquel que no amaba en sumo grado a María, no era un Misionero del Espíritu Santo. “Sólo el devoto de María puede aspirar a ser amado de Jesús, en la misma medida de su amor a María”.
La meta de los religiosos de esta congregación es identificarse, como se ha dicho, con Cristo Sacerdote y Víctima, teniendo como guía supremo al Espíritu Santo.
Los Misioneros del Espíritu Santo tienen 51 comunidades en nueve países: México, Estados Unidos, Italia, Colombia, Costa Rica, España, Panamá, Brasil y Guatemala. La casa general se encuentra en la Ciudad de México, en Avenida Universidad 1702, mejor conocido como San José del Altillo o sólo “El Altillo”; también administran el Templo Expiatorio San Felipe de Jesús, en la Calle de Madero Número 5, en el Centro Histórico del D.F. En el primer caso se pueden venerar los restos de Conchita Armida y en el segundo las reliquias de los Padres Félix de Jesús Rougier y del también venerable Moisés Lira Serafín.
En el mensaje del Consejo General con ocasión del Centenario solicitan de los fieles su oración por su conversión constante, para que cada día sean mejores MSpS. Además, desean aumentar el número de vocaciones para su Congregación. Es mucho lo que se ha hecho, pero tienen la vista en lo que tienen por delante.
En el Encuentro Mundial de la Familias de 2009, el predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, comentó su impresión por la vida de Concepción Cabrera, y subrayó que los mexicanos tienen a la Virgen de Guadalupe y a Conchita Armida. Así que a celebrar y a orar.
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