Ángelus 4 de enero 2015

Llama el Papa Francisco a realizar obras concretas de paz en 2015

“Paz en la tierra a los hombres que aman al Señor”, fue sin duda la frase que puso énfasis el Papa Francisco durante su primer Ángelus de 2015, el pasado domingo 4 de enero. Y es que los conflictos bélicos fueron parte de la reflexión del Pontífice, quien recordó que debemos convencernos de que la concordia es siempre posible y advirtió que no hay futuro sin propósitos y proyectos de paz.

Papa Francisco: “Tenemos que convencernos, no obstante todas las apariencias en contrario, que la concordia es siempre posible, en todos los niveles y en todas las situaciones. ¡No hay futuro sin propósitos y proyectos de paz! ¡No hay futuro sin paz!”

Y pidió invocar a la Virgen María que vivió dificultades, pero nunca perdió la paz en el corazón.

Papa Francisco: “Invoquemos ahora a María, Reina de la Paz. Ella, durante su vida terrena, conoció no pocas dificultades, relacionadas con la fatiga diaria de la existencia. Pero nunca perdió la paz del corazón, fruto del abandono confiado en la misericordia de Dios”.

El Papa anunció también en este domingo 4 de enero la celebración, el día 14 de febrero, del segundo Consistorio de su pontificado, en el que van a ser nombrados 15 cardenales electores, entre ellos hay tres latinoamericanos: Monseñor Alberto Suárez Inda, Arzobispo de Morelia, en México; Monseñor Daniel Fernando Sturla Berhoute, Arzobispo de Montevideo, quien también es, por cierto, miembro de la Orden Salesiana; y Monseñor José Luis Lacunza Maestrojuán, Obispo de David en Panamá y miembro de la Orden de los Agustinos Recoletos.

Papa Francisco: “… el próximo 14 de febrero tendré la alegría de celebrar un Consistorio, durante el cual voy a nombrar 15 nuevos Cardenales, quienes proviniendo de 14 Naciones de cada Continente, manifiestan el vínculo inseparable entre la Iglesia de Roma y las Iglesias particulares presentes en el mundo”.

“Monseñor Alberto Suárez Inda, Arzobispo de Morelia, México.

Monseñor Daniel Fernando Sturla Berhouet, Arzobispo de Montevideo, Uruguay.

Monseñor José Luis Lacunza Maestrojuán, Obispo de David, Panamá”.

Texto completo del Mensaje del Papa:

Queridos hermanos y hermanas:

¡Buenos días! Bello domingo nos regala el Año Nuevo. ¡Bella jornada!

San Juan dice en el Evangelio que hemos leído hoy: «En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron». «La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre» (Jn. 1,1-18).

Los hombres hablan tanto de la luz, pero a menudo prefieren la tranquilidad engañadora de la oscuridad. Nosotros hablamos mucho de la paz, pero a menudo recurrimos a la guerra o elegimos el silencio cómplice o no hacemos nada concreto para construir la paz.

De hecho, San Juan dice: «Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron». Porque el juicio es éste: la luz -Jesús- ha venido al mundo, pero los hombres prefirieron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Cualquier persona, de hecho, que hace el mal, odia la luz. Y no viene a la luz para que sus obras no sean reprendidas. Así dice el Evangelio de San Juan. El corazón del hombre puede rechazar la luz y preferir las tinieblas, porque la luz descubre sus malas obras. ¡Quien hace el mal, odia la luz! ¡Quien hace el mal, odia la paz!

Hemos iniciado hace pocos días el Año Nuevo en el nombre de la Madre de Dios, celebrando la Jornada Mundial de la Paz, sobre el tema “No esclavos, sino hermanos”. Mi auspicio es que se supere la explotación del hombre por parte del hombre. Esta explotación es una plaga social que mortifica las relaciones interpersonales e impide una vida de comunión marcada por el respeto, la justicia y la caridad. Cada hombre y cada pueblo tiene hambre y sed de paz; cada hombre y cada pueblo tiene hambre y sed de paz… por lo que es necesario y urgente construir la paz.

La paz no es solamente la ausencia de guerra, sino una condición general en la cual la persona humana está en armonía consigo misma, en armonía con la naturaleza y en armonía con los demás. Ésta es la paz. Sin embargo, silenciar las armas y apagar los focos de guerra sigue siendo la condición inevitable para dar inicio a un camino que conduce al logro de la paz en sus diferentes aspectos.

Pienso en los conflictos que todavía ensangrientan demasiadas regiones del planeta, en las tensiones en las familias y comunidades: ¡en cuántas familias, en cuántas comunidades también parroquiales hay guerras! Así como también en los contrastes encendidos en nuestras ciudades, nuestros países, entre grupos de diferentes estratos culturales, étnicos y religiosos.

Tenemos que convencernos, no obstante todas las apariencias en contrario, que la concordia es siempre posible, en todos los niveles y en todas las situaciones. ¡No hay futuro sin propósitos y proyectos de paz! ¡No hay futuro sin paz!

Dios en el Antiguo Testamento hacía una promesa. El profeta Isaías decía: «Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra» (Is 2, 4). ¡Es bello! La paz es anunciada como don especial de Dios en el nacimiento del Redentor: «Paz a los hombres amados por Él». (Lc 2, 14) Ese don debe ser incesantemente implorado en la oración.

Recordemos, aquí, en la plaza, aquel cartel: “En la raíz de la paz está la oración”. Este don tiene que ser implorado y tiene que ser recibido cada día con compromiso, en las situaciones en las que nos encontramos.

En los albores de este nuevo año, todos nosotros estamos llamados a reavivar en el corazón un impulso de esperanza, que debe traducirse en obras concretas de la paz.

“¿Tú no estás bien con esto? ¡Haz la paz! En tu casa, ¡haz la paz! En tu comunidad, ¡haz la paz! En tu trabajo, ¡haz la paz! Obras de paz, de reconciliación y fraternidad.

Cada uno de nosotros debe cumplir gestos de fraternidad hacia su prójimo, especialmente hacia quienes están extenuados por tensiones familiares o disidencias de diversa índole. Estos pequeños gestos tienen mucho valor: pueden ser semillas que dan esperanza, puede abrir caminos y perspectivas de paz.

Invoquemos ahora a María, Reina de la Paz. Ella, durante su vida terrena, conoció no pocas dificultades, relacionadas con la fatiga diaria de la existencia. Pero nunca perdió la paz del corazón, fruto del abandono confiado en la misericordia de Dios. A María, nuestra tierna Madre, le pedimos que indique al mundo entero el camino seguro del amor y de la paz.

Ángelus domini…

Después del Ángelus, el Papa dijo:

Queridos hermanos y hermanas:

Dirijo un cordial saludo a todos ustedes, queridos peregrinos que han venido de Italia y de varios países para participar en este encuentro de oración. En particular, saludo a los fieles de Casirate d’Adda, Alfianello, Val Brembilla y Verona.

A cada uno expreso el deseo de pasar en la paz y en la serenidad este segundo domingo después de Navidad, en el cual se prolonga la alegría del Nacimiento de Jesús…

Como ha sido anunciado, el próximo 14 de febrero tendré la alegría de celebrar un Consistorio, durante el cual voy a nombrar 15 nuevos Cardenales, quienes proviniendo de 14 Naciones de cada Continente, manifiestan el vínculo inseparable entre la Iglesia de Roma y las Iglesias particulares presentes en el mundo.

El domingo 15 de febrero presidiré una celebración solemne con los nuevos Cardenales, mientras que el 12 y 13 de febrero celebraré un Consistorio con todos los Cardenales para reflexionar sobre las orientaciones y propuestas para la reforma de la Curia romana.

Los nuevos Cardenales son:

1 – Mons. Dominique Mamberti, Arzobispo titular de Sagona, Prefecto del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica.

2 – Mons. Manuel José Macário do Nascimento Clemente, Patriarca de Lisboa (Portugal).

3 – Mons. Berhaneyesus Demerew Souraphiel, C.M., Arzobispo de Addis Abeba (Etiopía).

4 – Mons. John Atcherley Dew, Arzobispo de Wellington (Nueva Zelanda).

5 – Mons. Edoardo Menichelli, Arzobispo de Ancona-Osimo (Italia).

6 – Mons. Pierre Nguyên Van Nhon, Arzobispo de Hanoi (Vietnam).

7 – Mons. Alberto Suárez Inda, Arzobispo de Morelia (México).

8 – Mons. Charles Maung Bo, S.D.B., Arzobispo de Yangon (Birmania).

9 – Mons. Francis Xavier Kriengsak Kovithavanij, Arzobispo de Bangkok (Tailandia).

10 – Mons. Francesco Montenegro, Arzobispo de Agrigento (Italia).

11 – Mons. Daniel Fernando Sturla Berhouet, S.D.B., Arzobispo de Montevideo (Uruguay).

12 – Mons. Ricardo Blázquez Pérez, Arzobispo de Valladolid (España).

13 – Mons. José Luis Lacunza Maestrojuán, O.A.R., Obispo de David (Panamá).

14 – Mons. Arlindo Gomes Furtado, Obispo de Santiago de Cabo Verde (Archipiélago de Capo Verde).

15 – Mons. Soane Patita Paini Mafi, Obispo de Tonga (Islas de Tonga).

Uniré también a los miembros del Colegio de Cardenales a cinco Arzobispos y Obispos Eméritos que se han destacado por su caridad pastoral en el servicio de la Santa Sede y de la Iglesia. Ellos representan a muchos obispos que, con la misma solicitud de pastores, han dado testimonio de amor a Cristo y al Pueblo de Dios, sea en las Iglesias particulares, sea en la Curia romana, tanto como en el Servicio Diplomático de la Santa Sede.

Ellos son:

1 – Mons. José de Jesús Pimiento Rodríguez, Arzobispo emérito de Manizales (Colombia).

2 – Mons. Luigi De Magistris, Arzobispo titular de Nova, Pro-Penitenciario Mayor emérito.

3 – Mons. Karl-Joseph Rauber, Arzobispo titular de Giubalziana, Nuncio Apostólico.

4 – Mons. Luis Héctor Villalba, Arzobispo emérito de Tucumán (Argentina).

5 – Mons. Julio Duarte Langa, Obispo emérito de Xai-Xai.

Recemos por los nuevos Cardenales para que, renovando su amor a Cristo, sean testigos de su Evangelio en la ciudad de Roma y en el mundo, y con su experiencia pastoral me sostengan más intensamente en mi servicio apostólico.

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