El día sábado 17 de enero, el Papa Francisco se dirigió de Manila a la ciudad de Tacloban, donde celebraría la Santa Misa y llevaría a cabo un Encuentro con sobrevivientes del súper tifón “Yolanda”; el traslado tuvo que adelantarse unos 45 minutos por reportes de posible mal tiempo.
La Eucaristía se llevó a cabo en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional de Tacloban, ciudad capital de la isla de Leyte, perteneciente a la Arquidiócesis de Palo, cuyo Arzobispo es Monseñor John F. Du. El Papa dirigió a los fieles una homilía espontánea que pronunció en español, a pesar de haber preparado una con anterioridad.
“En la primera lectura escuchamos que se dice que tenemos un gran sacerdote que es capaz de compadecerse de nuestras debilidades, que fue probado en todo como nosotros, menos en el pecado (cf. Hb 4,15). Jesús es como nosotros, Jesús vivió como nosotros”.
El Papa comentó desde que tuvo noticia del desastre causado por el tifón “Yolanda”, hace 14 meses, tomó la decisión de ir a visitar a las personas afectadas. “Ese día, esos días, decidí hacer el viaje aquí. Quise venir para estar con ustedes. Es un poco tarde, me dirán; es verdad, pero estoy”.
El Santo Padre llamó la atención sobre el hecho de que Jesús en su pasión y muerte, pasó por las penas y tristezas de todo hombre; Él pasó por el dolor antes que nosotros. “Estoy para decirles que Jesús es el Señor, que Jesús no defrauda… lo miro ahí clavado y desde ahí no nos defrauda. Él fue consagrado en ese trono y ahí pasó por todas las calamidades que nosotros tenemos. ¡Jesús es el Señor!”
Comentó que respeta sus sentimientos en cuanto que algunos perdieron todo, y agregó: “Yo no sé qué decirles. ¡Él sí sabe que decirles! ¡Tantos de ustedes han perdido parte de su familia! Solamente guardo silencio, los acompaño con mi corazón en silencio…”.
Y ante las preguntas que los damnificados del tifón sobre el porqué de lo ocurrido, dijo: “… a cada uno el Señor responde en el corazón, desde su corazón”.
Mencionó además que junto a la cruz estaba María y que en los momentos de pena, de dolor; conviene estirar la mano y decirle “Mamá”, como cuando los niños sienten miedo. “Es quizás la única palabra que puede expresar lo que sentimos en los momentos oscuros: ¡Madre!, ¡Mamá!” Tras lo cual dijo a los presentes que cada uno hiciera su oración en silencio; y después de unos instantes, recordó que también muchos hermanos los ayudaron.
Después de la Comunión hizo una oración en la que agradeció al Señor por la esperanza, por su misericordia, por hacerse uno de nosotros, porque “en el momento más oscuro de tu vida, la cruz, te acordaste de nosotros y nos dejaste una Madre, tu Madre. Gracias, Señor, por no dejarnos huérfanos”.
Después de la Misa hizo un recorrido, con dirección a la residencia Arzobispal, durante el cual saludó a la mayor cantidad de personas posible. Ya en la casa Arzobispal, se reunió con sobrevivientes y familiares de víctimas del tifón Yolanda.
Por la tarde, en la Catedral de la Transfiguración del Señor, el Papa se reunió con sacerdotes y religiosos. En su mensaje subrayó la ayuda que muchos hermanos, tanto de Filipinas como de otras partes del mundo, brindaron a los afectados tras el paso del tifón “Yolanda”. “Su bondad y su generosa ayuda que provenía de tantas personas en todo el mundo, son una señal cierta de que Dios nunca nos abandona”. Antes había encomendado a la misericordia de Dios a los difuntos y pidió por el consuelo a los deudos.
Por otro lado, agradeció la generosidad de tantos sacerdotes y religiosos en su servicio a los afectados por el Tifón. Además, pidió que se haga todavía más por los pobres y recordó que: “El trato que le demos a los pobres será el criterio con el que seremos juzgados”.
Y concluyó solicitando la ayuda de la Virgen: “Os encomiendo a todos a la protección amorosa de María, Madre de la Iglesia. Que ella obtenga para vosotros, y para todo el pueblo amado de estas tierras, abundantes bendiciones de consuelo, alegría y paz en el Señor. Que Dios os bendiga”.
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