Te presentamos ahora, amigo(a) lector(a) otro fabuloso libro del Padre Carlos Chávez Shelly: “El adolescente Juan”, dirigido –como él mismo lo dice– a los jóvenes, quienes pueden ver en Juan evangelista, el adolescente, una vida testimonial que les puede ser enriquecedora. (Parte 2)
2. LA LLAMADA
El momento más sublime, más importante de la vida de un hombre se da cuando Cristo lo llama a seguirlo tras de sí.
En su sobriedad, el relato de Juan tiene una fuerza excepcional. No es necesario que Jesús le diga “Sígueme”, como le dirá a otros. Antes de que Ése Hombre pronuncie una palabra, antes incluso de que haga un gesto, Juan le sigue los pasos. Con seguridad. No es un acto irreflexivo: una elección inmediata y puramente intuitiva. De esta reacción instintiva va a nacer una adhesión total. Un compromiso definitivo.
¿Cómo explicar esto con nuestras pobres palabras humanas? Sólo es medio adecuada una expresión perteneciente al vocabulario del amor: es el flechazo.
Sí, este hombre joven acaba de experimentar la fascinación repentina, esa atracción casi magnética, esa sacudida de todo el ser, que son el anuncio del Amor.
La continuación del relato lo muestra con evidencia: Jesús se vuelve, ve que los dos jóvenes le siguen y les pregunta:
– ¿Qué quieren?
A esta pregunta, tan natural, Juan responde con otra pregunta:
– Maestro, ¿Dónde vives?
Dos mil años después esta frase va a ser de nuevo pronunciada. Es en París, en el verano de 1997. La pregunta “¿dónde vives? será tomada para ser el tema mayor de la Jornada Mundial de la Juventud, que reunió en la capital francesa un millón de jóvenes de todas las nacionalidades alrededor de San Juan Pablo II.
Tomando ese breve diálogo del comienzo del Evangelio de San Juan, en su homilía de Long-Champ, hizo este comentario:
– “Si le dirigís sinceramente esa pregunta” –¿“Maestro, dónde vives?” – podréis escuchar su respuesta y recibir de Él el valor y la fuerza de seguirle”.
Y el Papa prosiguió con estas reflexiones que llegan al alma de cada uno de nosotros:
– “Esa pregunta es fruto de una búsqueda. El hombre busca a Dios, el hombre joven comprende, en el fondo de sí mismo. El ser humano busca su camino en el mundo visible, y, a través del mundo visible, busca el invisible a lo largo de su viaje espiritual. Cada uno de nosotros puede hacer suyas las palabra del salmista ‘no me ocultes tu rostro’ (Salmo 27,26)”.
¡La llamada de Cristo!, para seguirlo toda la vida. Con caídas y levantadas continuas, a veces graves, pero siempre poniéndonos de pie con amor: es nuestra vida –la única que tenemos–, que no hemos de malgastar en el hipódromo, en el casino, en la computadora, en el “dolce far niente” que dicen los italianos (no hacer nada). Gastarla en nuestro estudio ofrecido a Dios, en el deporte con todo, en la familia, en tus amigos: en el apostolado: ¡Gastarnos!
Esta fue la Primera llamada de Cristo a Juan; habría otra, la definitiva.
@voxfides
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