1) Para saber
El Papa Francisco pedía a los cristianos que cierren las puertas a los celos, envidias y murmuraciones que dividen y destruyen a nuestras comunidades.
Hay un pasaje en la Biblia que recuerda la amenaza de los filisteos contra el pueblo judío. Uno de los guerreros filisteos, el más alto y fuerte, llamado Goliat, desafía a los judíos y les propone que la batalla se decida del vencedor en la pelea de él contra el que los judíos escojan. Los judíos se llenaron de miedo y nadie se atrevía a pelear. Pero el joven David, que no era guerrero sino pastor, indignado por los insultos de Goliat, decide enfrentarlo.
No obstante que le ofrecen armas para defenderse, David decide enfrentarlo sólo con su honda, cinco pequeñas piedras, y, sobre todo, en el nombre de Dios. Y así es como –pareciendo más débil– vence a Goliat. A partir de ahí, David, siempre con la ayuda de Dios, vencerá a los enemigos del pueblo de Israel. Pero entonces Saúl, el Rey de los judíos, se llena de envidia a David.
2) Para pensar
El Papa Francisco, comentando ese texto, mencionaba cómo la alegría de la victoria gracias al valor del joven David sobre los filisteos se transformó pronto en tristeza y envidia en el rey Saúl al ver que las mujeres alababan a David por haber matado a Goliat.
Fue entonces que “esa gran victoria comienza a convertirse en derrota en el corazón del rey” en el que se insinúa, como sucede en Caín, “la semilla de los celos y de la envidia”.
Y como Caín con Abel, entonces el rey decide matar a David. “Así nacen los celos en nuestro corazón –observa el Papa–, es un inquietud mala, que no tolera que otro hermano o hermana tenga algo que yo no tengo”. Saúl, “en vez de alabar a Dios, prefiere cerrarse en sí mismo, lamentarse” y “cocinar sus sentimientos en el caldo de la amargura”.
Así lo ha explicado el Santo Padre: “Los celos y la envidia llevan a matar. Ha sido precisamente esta puerta, la puerta de la envidia, por la cual el diablo ha entrado en el mundo. La Biblia dice: ‘Por la envidia el diablo ha entrado a hacer mal en el mundo’. Los celos y la envidia abren las puertas a todas las cosas malas. También divide a una comunidad. Una comunidad cristiana, cuando algunos de sus miembros sufren de envidia, de celos, termina dividida. Y esto es un veneno fuerte. Es un veneno que encontramos en la primera página de la Biblia con Caín”.
3) Para vivir
En el corazón de una persona tocada por los celos y la envidia –ha subrayado el Papa– suceden “dos cosas clarísimas”. Primero la amargura: “La persona envidiosa, la persona celosa, es una persona amarga: no sabe cantar, no sabe alabar, no sabe qué es la alegría; siempre mira ‘qué tiene aquel y yo no tengo’. Y esto lleva a la amargura, una amargura que se difunde en toda la comunidad. Son éstos sembradores de amargura.
Y la segunda actitud, que llevan los celos y la envidia, es a murmurar. Porque no tolera que el otro tenga algo; la solución es rebajar al otro, para que yo esté más alto. Y el instrumento son las murmuraciones… Detrás de una murmuración están los celos y la envidia. Y las murmuraciones dividen a la comunidad, destruyen a la comunidad. Son las armas del diablo”.
@voxfides