¡Dios y audacia!: 85 años de trabajo de las mujeres del Opus Dei

Se cumplen 85 años de aquel histórico 14 de febrero de 1930, que San Josemaría Escrivá de Balaguer, mientras celebraba la Santa Misa en una pequeña capilla de Madrid (España), recibió luces extraordinarias del Señor para que comprendiera nítidamente que también deseaba que hubiera mujeres en la Obra, porque hasta entonces, San Josemaría sólo hacía labor apostólica con varones (profesionales, obreros, universitarios) desde aquel 2 de octubre de 1928, fecha de la fundación del Opus Dei.

Así que de inmediato se puso a trabajar en este nuevo encargo divino, recibiendo la dirección espiritual en los confesionarios de algunas iglesias a chicas estudiantes, empleadas, jóvenes profesionistas y, unos años después, con madres de familia.

Desde sus inicios, el Opus Dei recibió las correspondientes autorizaciones eclesiásticas y, en 1950, el Papa Pío XII le dio su aprobación definitiva. En poco tiempo, las mujeres de la Obra se lanzaron a realizar una intensa labor apostólica que muy pronto llegaría a países de los cinco continentes.

San Josemaría las animaba a tener una honda vida espiritual, partiendo de la oración, la Eucaristía, la penitencia para ser contemplativas en medio del mundo. Y para extender los apostolados, les decía frases llenas de ímpetu y con sentido sobrenatural, como: “¡Dios y audacia!”, “Soñad y os quedaréis cortas”; también, les decía que las labores apostólicas que podrían llevar a cabo eran como “un mar sin orillas”.

La audacia y magnanimidad sean quizá las virtudes que más me han impresionado de estas labores femeninas realizadas con una gran ilusión, empuje y entusiasmo. Y sabemos que Dios no se deja ganar en generosidad.

¿Por qué? Porque pronto comenzaron a venir abundantes vocaciones de entrega completa a Dios y a tener presencia en la sociedad mediante su actividad profesional, como: doctoras, abogadas, historiadoras, periodistas, maestras, ingenieras, intelectuales, artistas… Como ocurrió en México a partir de 1950.

Y, simultáneamente, ellas iniciaron colegios, residencias universitarias, clubes juveniles, centros de capacitación hotelera, de administración de instituciones y, posteriormente, universidades, centros de idiomas, institutos de especialización para empresarios, labores sociales y asistenciales con obreras y campesinas, etc. Llegando su labor a todos los estratos de la sociedad con sentido universal, sin importar lengua, país, raza, nacionalidad e incluso tratando y haciendo amistad con personas de otras religiones, ateas o agnósticas para que se acercaran al calor de la fe cristiana.

Contando siempre con la dirección y orientación de San Josemaría y de las mismas directoras de la Obra y, caminando los hombres y las mujeres, con completa separación en lo que se refiere a los medios de formación y a los apostolados, pero con una plena unidad –jurídica, espiritual y moral– y con fundamento visible en el Prelado, quien recibió este nombramiento desde el 28 de noviembre de 1982, fecha de la erección jurídica del Opus Dei como Prelatura personal por San Juan Pablo II.

Haciendo un balance, 85 años de labor apostólica de las mujeres de la Obra es muy poco tiempo en comparación con la gran cantidad de iniciativas que han organizado por todo el orbe y comenzando por su propio testimonio, eminentemente laical, al ejercer y santificar su actividad profesional ordinaria, acercar a sus colegas y amistades a Dios e influyendo positivamente en las estructuras temporales de la sociedad, con ese toque femenino que nos recuerda la enorme dignidad y capacidad creativa de la mujer.

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