Abre el Miércoles de ceniza la Cuaresma, tiempo de conversión

Con el rito de la imposición de la ceniza comienza el tiempo penitencial de Cuaresma; son 40 días como preparación interior para celebrar la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Hay diferentes pasajes en la Biblia que identifica a la ceniza con la penitencia; por ejemplo, fue uno de los signos de los ninivitas para mostrar su arrepentimiento después de la predicación de Jonás en la ciudad.

Es importante resaltar que los signos de penitencia no son un fin en sí mismos, deben ser un indicativo de una disposición interior al cambio, una apertura al Señor. El Papa ha recordado innumerables veces que todos somos pecadores, así que todo ser humano tiene situaciones que mejorar y sobre las cuales reflexionar para arrepentirse y pedir perdón.

En este aspecto, el “Hijo pródigo” muestra algo trascendental, cuando anhelaba al menos llenarse de la comida de los cerdos pero no podía hacerlo. “Entonces recapacitó y dijo: Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia y yo estoy aquí muriéndome de hambre”. La cuaresma nos da la oportunidad de tomar la decisión de conversión de vida.

A la reflexión sincera del “Hijo pródigo” le sigue la decisión de una acción humilde. “Ahora mismo iré a Casa de mi Padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como uno de tus jornaleros”. Reconoció sus culpas y no llegó con ínfulas: “trátame como a uno de tus trabajadores”.

Sabemos que el Padre lo llenó de besos, lo abrazó con profunda ternura. “Cuando estaba todavía lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó”. Hasta hizo fiesta, mandó matar al becerro gordo.

Dios no se olvida de que somos polvo y sabemos que no nos trata conforme a nuestros pecados. Él nunca se cansa de perdonarnos, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón, dice el Papa.

El rito de la ceniza también nos recuerda que somos polvo, por lo que la soberbia no cabe en nosotros, y que somos finitos en este mundo: en polvo nos convertiremos; y si somos ricos, listos o poderosos, un día todo acaba.

Hoy corresponde hacer ayuno y abstinencia. El ayuno puede llevarse a cabo haciendo una sola comida fuerte al día y la abstinencia es de carne; sin embargo, el pescado puede consumirse, y obliga a los mayores de 14 años y hasta los 59; no obstante, lo mayores de esta edad, si están sanos, pueden desarrollar esta práctica.

Recordemos que los signos son importantes, pero deben motivar a nuestro interior para que se refleje en acciones concretas, como la ayuda y apertura al prójimo, así como una confesión confiada, en el sacramento de la reconciliación.

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