Mensaje Episcopal por el Día de la Familia

  A TODOS LAS FAMILIAS MEXICANAS

A TODOS LOS HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD:

 

Muy  queridos hermanos  y  hermanas:

Reciban un afectuoso saludo, en Cristo-Jesús, el cual creció en la familia de Nazaret.

Hoy, primer domingo de marzo, nuestra patria mexicana celebra el “Día de la Familia”. Esta celebración es una oportunidad para recordar que nadie ha hecho más por los niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos que la familia.

Es cierto que en la actualidad la familia enfrenta grandes crisis y limitaciones, pero ante problemas de todo tipo, al final queda la familia para afrontarlos. La familia es siempre la primera que nos ayuda, nos comprende, nos defiende, nos corrige, nos anima y nos ama. La familia sigue siendo el fundamento de la sociedad humana.

En este tiempo de Cuaresma, que nos prepara a vivir la Pascua, no olvidemos que el Hijo de Dios, eterno como su Padre y nacido de la Virgen María, según la carne, ha querido hacerse semejante a nosotros y, por eso, nace y vive en una familia: “Jesús recibe en el contexto familiar todo aquello que necesita para poder vivir en la normalidad de la vida de su pueblo: educación, lengua, religión, tradiciones, costumbres, oficios…” (Juan Torra). En este camino de renovación y gracia, dediquemos tiempo para compartir en familia, sea la que sea, sea como sea; con todos sus defectos y problemas, pero también con virtudes y valores, para amarla, valorarla, defenderla y potenciarla.

Vivir en familia según el plan de Dios, es verdadera felicidad; de otra manera no es fácil, y en ocasiones llega a ser muy complicado. Hace falta algo más que un buen proyecto familiar lleno de ideales, ilusiones y sueños ante los “obstáculos” y “desafíos” que tiene que enfrentar, como: el individualismo, el consumismo, la pobreza y la miseria, los compromisos eventuales de las parejas, la falta de trabajo digno, la falta de conciencia sobre el sacramento del matrimonio, el libertinaje en las relaciones. Construir la familia es una tarea urgente y para ello necesitamos la fe, el amor y la unidad.

Hace falta, hoy más que nunca, en las familias y en cada uno de nosotros, la  FE de la familia de Abraham y Sara: “Abram creyó lo que el Señor le decía y, por esa fe, el Señor lo tuvo por justo”. (Gn 15, 6); Sara, quien: “… aun  siendo estéril y a pesar de su  avanzada edad, pudo concebir un hijo, porque creyó que Dios habría de ser fiel a la promesa;…” (Hb  11,  11). Pero, sobre todo, nos hace falta seguir el ejemplo de la Familia que integraron Jesús, el Hijo unigénito del Padre Dios, María y José  (cfr. Lc  2, 40).

Finalmente, en este día, invito a todos a pedir a Dios por todas las familias, para que hagan del amor el soporte y el vínculo de su unidad, la fuente de su felicidad y la razón de su esperanza. Sólo así, podrán ser, en medio de todas sus dificultades, familias como lo fue la familia de Nazaret. Sólo así, serán la garantía de un auténtico cambio integral en nuestra patria y en la vida de la Iglesia.

¡Muchas felicidades a todas las familias en México!

 

+ Francisco Javier Chavolla Ramos

Obispo de Toluca

y Responsable de la Dimensión Episcopal para la Familia

Toluca de San José, Méx. 2 de marzo de 2015.

 

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