La gratuidad del amor: El secreto de los hijos

1) Para saber

En sus audiencias de los miércoles, el Papa Francisco ha continuado con su catequesis sobre la familia.

Para su reflexión, el Papa se inspiró en un texto del profeta Isaías, donde los padres se alegran con la llegada de sus hijos: «Al ver esto, estarás radiante, palpitará y se ensanchará tu corazón».

El Papa comenta que es una espléndida imagen de la felicidad que se realiza en el encuentro entre padres e hijos, que caminan juntos hacia un futuro de libertad y paz. La alegría de los hijos hace palpitar el corazón de los padres y vuelve a abrir el futuro.

Por ello, los hijos son la alegría de la familia y de la sociedad: “No son un problema de biología reproductiva, ni uno de los muchos modos de realizarse. Y, mucho menos, son una posesión de los padres. No, no. Los hijos son un don. Son un regalo: ¿entendido? Los hijos son un don. Cada uno es único e irrepetible; y al mismo tiempo, inconfundiblemente ligado a sus raíces”, añadía el Papa.

2) Para pensar

El Papa haciendo, una bella reflexión, decía que ser hijo o hija significa llevar en sí la memoria y la esperanza de un amor que se ha realizado a sí mismo encendiendo la vida de otro ser humano, original y nuevo. Los hijos son una imagen que va anunciando que son el resultado del amor.

Para los padres cada hijo es diferente, diverso. El Papa hizo memoria de su familia: “Recuerdo que mi mamá decía sobre nosotros, éramos cinco: «Yo tengo cinco hijos». Y le preguntábamos: «¿cuál es tu preferido?». Y ella respondía: «Yo tengo cinco hijos, como tengo cinco dedos. Si me golpean éste me hace mal; si me golpean éste me hace mal. Me hacen mal los cinco, ¡todos son míos! Pero todos diferentes como los dedos de una mano». ¡Y así es la familia! Diferentes, pero todos hijos”.

3) Para vivir

Un hijo, dice el Papa, “se ama porque es hijo: no porque sea bello, o porque sea así o asá, ¡no! ¡Porque es hijo! No porque piensa como yo, o encarna mis deseos. Es una vida generada por nosotros, pero destinada a él, a su bien, para el bien de la familia, de la sociedad, de toda la humanidad”.

Además, los hijos nos permiten descubrir un secreto: la dimensión más gratuita del amor, que nunca deja de sorprendernos. Es la belleza de ser amados antes: los hijos son amados antes de que lleguen.

“Cuántas veces encuentro a las mamás aquí que me hacen ver la panza y me piden la bendición… porque son amados estos niños antes de venir al mundo. Y esto es amor; son amados antes, como el amor de Dios, que nos ama siempre antes. Son amados antes de haber hecho nada para merecerlo, antes de saber hablar o pensar, ¡incluso antes de venir al mundo! Ser hijos es la condición fundamental para conocer el amor de Dios”, concluyó el Papa.

Por eso, cuando una familia generosa de hijos se ve como si fuera un peso, algo anda mal. La concepción de los hijos debe ser responsable, pero el tener muchos hijos no puede ser visto automáticamente como una elección irresponsable. La vida rejuvenece y cobra nuevas fuerzas multiplicándose: ¡se enriquece, no se empobrece! Los hijos aprenden a hacerse cargo de su familia, maduran compartiendo sus sacrificios, crecen en la apreciación de sus dones.

El Papa concluyó bendiciendo a todos los padres e hijos.

 

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