¿Conoces el escudo y el significado de Benedicto XVI?

Para saber

Desde la Edad Media, los escudos de armas se hicieron de uso común para los guerreros y para la nobleza; cada elemento del escudo es como un lenguaje que describe algo más de lo que presenta. En el ámbito de la Iglesia también se formó una heráldica eclesiástica, que inserta alrededor símbolos e insignias de índole eclesiástica y religiosa.

A menudo los Papas adoptaban el escudo de su familia o componían un escudo con simbolismos que indicaban su ideal de vida, que hacían referencia a hechos o experiencias pasadas.

A menudo los Papas adoptaban el escudo de su familia o componían un escudo con simbolismos que indicaban su ideal de vida, que hacían referencia a hechos o experiencias pasadas. El Papa Benedicto XVI, ha escogido un escudo sencillo, pero rico en simbolismos y significados.

Hoy hablaremos de los elementos interiores del escudo.

En su interior, lleva dos cantones laterales en los ángulos superiores en forma de “capa”, que son de color oro. La “capa” es un símbolo de religión. Indica un ideal inspirado en la espiritualidad monástica y, más típicamente, en la benedictina.

Para pensar

En el punto más noble del escudo se encuentra una gran concha de color oro, la cual encierra una simbología. Tiene un significado teológico: alude a la leyenda atribuida a san Agustín, quien caminaba por las orillas del mar, pensando en el misterio de la Santísima Trinidad.

En eso se encontró a un niño que iba corriendo al mar y traía en una pequeña concha un poco de agua y la echaba en un hoyo. Esto lo hacía una vez tras otra. San Agustín le preguntó qué hacía y el niño le dijo que quería meter todo el mar en ese hoyo. San Agustín le indicó la imposibilidad de ese propósito, y el niño le hizo observar que era más fácil meter toda esa agua en el hoyo que comprender plenamente la infinitud y grandeza de Dios.

Esa leyenda tiene un evidente simbolismo espiritual, para invitar a conocer a Dios, aunque en la humildad de la inadecuada capacidad humana, acudiendo a la inagotable doctrina teológica. Como sabemos el Papa Benedicto XVI es un gran intelectual y tiene gran cantidad de publicaciones. Sin embargo, mantiene una gran humildad, conocedor de las limitaciones que frente a Dios tiene cualquier hombre.

Además, la concha, desde hace muchos siglos, se usa para representar al peregrino: un simbolismo que Benedicto XVI quiere mantener vivo, siguiendo las huellas de Juan Pablo II, gran peregrino por todo el mundo. La casulla que usó en la solemne liturgia del inicio de su pontificado, el domingo 24 de abril del 2005, llevaba muy evidente el dibujo de una gran concha.

En la parte del escudo denominada “capa” hay también dos símbolos que proceden de la tradición de Baviera, que Joseph Ratzinger, al ser nombrado arzobispo de Munich y Freising, en 1977, introdujo en su escudo arzobispal. A la izquierda de quien lo contempla hay una cabeza de moro al natural, con labios, corona y collar rojos. Es el antiguo símbolo de la diócesis de Freising.

A la derecha de quien lo contempla hay un oso, de color marrón (al natural), que lleva una carga en el lomo. También este oso tiene su historia. Una antigua tradición narra que el primer obispo de Freising, san Corbiniano (que nació hacia el año 680 en Chartres, Francia), al realizar un viaje a Roma a caballo, mientras atravesaba un bosque, fue atacado por un oso, que mató a su caballo.

El santo obispo no sólo logró amansar al oso, sino que también lo cargó con su equipaje, obligándolo a acompañarle hasta Roma. Por eso, el oso está representado con una carga en el lomo. La simbología es fácil de interpretar: el oso domesticado por la gracia de Dios es el mismo obispo de Freising, y la carga es el peso del episcopado que lleva sobre él.

Para vivir

Esos elementos del escudo nos están hablando de la actitud que tiene el papa Benedicto XVI ante este nuevo cargo que el Señor le ha dispuesto. Es un hombre humilde, dispuesto a obedecer. El Papa obedece a Cristo y, por eso, no puede cambiar cosas a su capricho. Su tarea consiste precisamente en proteger y dar a conocer esa herencia que Cristo nos dejó en manos de los Apóstoles.

Sabiendo que la gracia de Dios le ayudará para guiar a la Iglesia, nosotros podemos colaborar con el Papa pidiéndole esa gracia a Dios para que le ilumine y sepa conducir con mano segura a la Iglesia por este mar en que vivimos y que a veces se pone revoltoso.

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