Visita papal, ¿el milagro que esperábamos?

Varios ríos de tinta han corrido desde el anuncio formal de la visita de SS Benedicto XVI a tierras mexicanas. Sin querer asumir un papel de profeta del pasado, la pregunta es buena: ¿qué significado tiene?

Para todos es conocido el ambiente que prevalece en nuestra Patria durante estas fechas: hay un ambiente de crispación por el tema de la inseguridad, la violencia organizada y el narcotráfico. Todo mundo se pitorrea del país por nuestros grandes esfuerzos realizados en materia de educación, que, con un plumazo destruyen los sindicalistas subyugados por una maestra que no da clase. Y a ello, es necesario agregar la cantidad de sonrisas que cuelgan de los postes y espectaculares, con promesas de todo tipo; la radio con propaganda para todos, disfrazada de que sólo es para los militantes de un partido.

También cuentan las acusaciones de peculado, desviación de fondos, corrupción, transa y engañifas que surgen de un lado contra otro; y lo sesgado de las noticias que, a no dudarlo, se redactan para denostar a algún candidato y destacar el olor en santidad que se le achaca a otro, al favorito del dueño del medio de comunicación. No nos vamos a detener en la veracidad o falsedad de la información.

Todo ello quedará borrado durante varios días en el mes de marzo. La razón: nos visita el Papa Benedicto XVI.

Nos parece que será la gran oportunidad para varios temas:

  • ¿De qué temas hablará el Papa con el presidente Calderón?
  • Sin duda, uno y otro habrán de abrir una agenda que traspasará los minutos de su conversación. ¿Cuáles serán los temas abordados?
  • ¿Qué cosas pondrá sobre la mesa de conversaciones el gobernador guanajuatense? ¿Asistirán los candidatos, aunque sea para la foto?
  • A muchos burócratas ya los amenazaron con el despido y, por lo menos, descontarles el día, si se les ocurre dejar de trabajar con el pretexto de ir a saludar al Papa. Ni hablar. Así es la intolerancia y el imperio del fetiche del estado laico.
  • Todas las campañas políticas suspenderán su virulencia, porque –evidentemente- las planas y las cabezas de los diarios electrónicos y en internet, serán ocupadas por todo lo que diga o haga el Santo Padre. Los priístas y perredistas morenos, ¿organizarán algunas manifestaciones de repudio al Papa?
  • Las “católicas por el derecho a reincidir” ¿se desnudarán ante el paso del Pontífice?

Desde nuestra óptica, y gracias a Dios, sucederán -no hay duda alguna- cosas de mayor relevancia.

  • Pedro viene al encuentro de grey, porque se trata de sus fieles que, de verdad son fieles, tal y como se lo demostramos a Juan Pablo II.
  • Nunca como ahora, nos hace falta el bálsamo de la visita Papal, que refresca el alma, nos llena de sana esperanza y de una inmensa alegría, a pesar de que algunos medios quieran minimizar el suceso histórico para los mexicanos.
  • El padre común nos visita y, obviamente, habrá gestos de comprensión, señales de disgusto ante las torpezas, miles de sonrisas arrancadas por la multiplicidad de ocurrencias de los mexicanos, que para eso, nos pintamos solos. Volverán a aparecer los espejos, los moños blancos y amarillos. Y sin duda, muchos niños más –los que nazcan en el mes de marzo- se llamarán “Joseph”, como reflejo del amor.
  • No habrá más noticias. El color de cada nota se alimentará por las declaraciones, las fotografías “que hablan” y los millones de objetos religiosos que se levantarán en el aire, como tratando de alcanzar la cuasi-total bendición del Papa Ratzinger. Los come curas al mojo de ajo, se desgarrarán las vestiduras y cejarán en sus denuestos, por la fe sencilla, pero arraigada de nuestro pueblo.

La nota real, sin embargo, no serán ni la derrama económica que la visita traerá consigo o los abusos de cierto tipo de gente que lucra con la fe de nuestro pueblo.

La información que correrá de boca en boca, será la oportunidad de haber visto al Papa, de gritarle que lo queremos; de insistirle en que queremos adoptarlo para que él también se declare mexicano. Sería el segundo connacional en ser Papa.

Más intensamente que en la Navidad, reinará entre muchos millones de personas, un sentimiento de paz, de hermandad, de comedimiento y acompañamiento hacia todos los que nos rodean. Recordaremos que la verdadera paz, se sustenta en el amor a los demás; empezando por rezar y pedir la Gracia para todos aquellos que nos han causado mal o nos han deseado daños de cualquier tipo.

Nos inundará, con toda certeza, un sentido de perdón; de olvidar los agravios y de ver hacia delante, con fe y con esperanza alentadora lo que está por venir.

Para que esta visita sea eficazmente fructífera, valdrá la pena reconciliarnos con todos, empezando por hacerlo con Dios.

De verdad, nos parece que la visita de Benedicto XVI a nuestro México, parece el milagro que todos estábamos esperando.

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