De la abundancia del corazón… del Papa Francisco

En una entrevista con Valentina Alazraki, el Papa Bergoglio aceptó que le gusta ser Papa. Y es fácil de entender eso. ¿Por qué? Pues porque durante este tiempo ha podido dar al mundo un caudal de mensajes llenos del espíritu de Jesús, y ésta es una oportunidad maravillosa para alguien que tiene en su corazón tanto que decirle al mundo.

Todos los días, cada día, Francisco nos da una enseñanza sobre Jesús, y cada mensaje se ve “como nuevo”; no parece ser lo que en periodismo llamamos un “refrito”. Y es que este gran hombre ha tenido una vida plena del amor a Jesús, que le ha dado la oportunidad de llenar su cabeza, a través del corazón, de mensajes evangélicos para el mundo de hoy, con el testimonio de su propia vida.

No hay otra explicación para tantos mensajes cotidianos, nuevos y con cierta enseñanza particular. Algunos profundos, otros sencillos y hasta simpáticos, que agradan a muchas personas, cristianas y no cristianas también.

Ya viéndolo como “vocero oficial de Cristo”, digámoslo así, es fácil entender que a los cardenales que lo conocían, que lo habían oído hablar, que sabían de su vida humilde y apostólica, les pareciera que debería ser el sucesor de Benedicto XVI.

Antes del cónclave, y vista la renuncia del Papa alemán Ratzinger, por fatiga de la enorme carga de dirigir a la Iglesia, se habló, se pensó que se elegiría a alguno de los cardenales más jóvenes, pero brillantes, para tener un Papa joven con un largo pontificado, como el de San Juan Pablo II, entonces de 58 años.

Pero no fue así, eligieron a un cardenal septuagenario, conocido por una serie de virtudes y marcas de su sacerdocio y como obispo. Humilde, sencillo, dispuesto al diálogo con personas de otras creencias y distinguidamente orientado en su labor pastoral hacia los pobres. ¡A la medida de nuestro tiempo!

Todas estas características y otras más de gran sentido humano y cristiano, lo hicieron “papable”. Se dice que desde el cónclave anterior (en donde fue electo el cardenal Ratzinger) ya tuvo muchos votos, aunque el cónclave es secreto. Mucha razón tuvieron los cardenales en elegir a su compañero Bergoglio, bajo la inspiración del Espíritu Santo. De inmediato, el tiempo les dio la razón.

Los sermones, pláticas y declaraciones del Papa Francisco han tenido muchos enfoques novedosos de la aplicación del Evangelio a este mundo en que vivimos. Y su gran riqueza viene de una vida secular y sacerdotal de profunda identidad con Cristo, de su gran espiritualidad y de muchas horas, sin duda, de profunda reflexión evangélica. Algo más: su sonrisa y buen humor dicen mucho de él.

Esperemos que el Señor nos lo conserve muchos años, sano y jovial, para bien del testimonio eclesial abierto al mundo, que lo considera como un gran líder moral. El Espíritu Santo inspira su mente para evangelizar al mundo que ahora se vive.

 

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