-Fernando Limón: Estamos con el Dr. Juan Louvier Calderón, un amigo nuestro al que estimamos y respetamos mucho por todo su conocimiento y lo que nos aporta. Comenzamos esta entrevista al grito de ¡Viva Cristo Rey! Don Juan, ¿cómo está? Buenas noches.
Juan Louvier: Buenas noches.
FL: Yo quisiera comenzar preguntándole sobre la devoción a Cristo Rey, que fue México el primero en el que se dio formalmente. ¿Es así?
JL: Bueno, cuando menos en lo que se refiere al grito de ¡Viva Cristo Rey!, sí. Éste surge aquí, en 1925, cuando se conoce la encíclica de su Santidad Pío XI, Quas Primas, sobre la realeza de Cristo Rey. Fueron los jóvenes de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, la ACJM, quienes acuñaron este grito, que después se va a repetir en muchas otras latitudes.
Obviamente la realeza de Cristo Rey es tan antigua como el mismo Evangelio. Cuando el señor le dice a Pilato: “Tú lo has dicho: yo soy Rey”. Esta realidad, entonces, tiene 20 siglos; pero esta manifestación particular de exultación, alegría, proclamar la realeza de Cristo como Rey, pues sí, se puede decir que es México en donde primero se dio.
FL: Y también en México fue donde se construyó el primer monumento en todo el mundo. ¿Es correcto?
JL: Bueno, no me atrevería a decir si fue el primero o no. Lo que sí es seguro es que fue de los primeros. Y fue un monumento, diríamos, relativamente modesto, el primer monumento. Estaba a los pies del Cerro del Cubilete. Fue bendecida la primera piedra por el Delegado Apostólico; y, bueno, pues ese hecho le costó que fuera arrojado de México, porque, según el gobierno de Obregón, había realizado un acto de culto público.
FL: Correcto. Y luego, ¿qué nos puede platicar? Sabemos que la capilla que actualmente está donde está un sagrario, está donde se construyó el primer monumento, en esa explanada; fue construida con algunos restos de aquella dinamitación.
JL: El monumento actual (que está, ya no abajo, sino en la parte superior del Cerro del Cubilete) fue obra del Obispo de León, Emeterio Valverde, que con una gran fe quiso resarcir el acto aquel abominable de dinamitar el monumento inicial con uno mucho mayor, que es símbolo, entre otros y especialmente, de la Juventud mexicana.
FL: ¿Y qué nos podría comentar, Don Juan, entre esta diferencia que tiene mucho que ver mucho con la identidad mexicana entre España y sus mártires, que son muchísimos más, y México y sus mártires?
JL: Bueno, la primera liga que podemos decir es el grito de ¡Viva Cristo Rey!, porque se acuña aquí; pero quienes más lo emplearon fueron los mártires españoles. La persecución (que se inicia con la famosa “Revolución de Asturias” en el año 1934, que va a concluir hasta el año de 1939, en el final de la Guerra Civil) produjo más de 10 mil mártires. Bueno, hay que recordar que en España hubo más de 10 obispos mártires, y aquí los obispos fueron expulsados, pero no fueron martirizados. Entonces, la liga que hay entre la Iglesia española y la Iglesia mexicana está en que –en el orden temporal– hubo este conocimiento de la persecución; y además, curiosamente también las fechas, con una década de diferencia. Hablamos del clímax de la persecución religiosa en México de 1926 a 1929 y el clímax de la persecución religiosa en España fue entre 1936 y 1939. O sea, exactamente 10 años después.
FL: Y nosotros tuvimos un obispo mártir, ¿no?
JL: Monseñor Rafael Guízar y Valencia sufrió la persecución, fue exiliado. Él vivió, digamos, el “martirio de corazón”, sí. Uno de sus seminaristas, uno recién ordenado, el Padre Darío Acosta, que él manda a Veracruz recién ordenado, fue martirizado en la Parroquia de Veracruz.
FL: Y, finalmente, quisiera preguntarle: Después de todos estos años de persecución y tantos mártires, nos queda claro que el escenario no es el que los revolucionarios esperaban. ¿Qué nos puede comentar de este bien que es evidente y muy grande, aunque también el dolor que sufrió México y los cristianos fue grande?
JL: Sí. Bueno, hay que recordar ese famoso lema que tiene mucho de verdad, que dice “Dios escribe derecho en renglones torcidos”. Los caminos de Dios son inescrutables. El mismo Señor nos lo advierte: “Si a mí me han perseguido, a ustedes también los van a perseguir”. Pero dice: ánimo, no tengan miedo; yo he vencido al mundo. O sea, sabemos que puede haber caídas, que puede haber tropiezos; pero la Iglesia no es obra de hombres ni está sostenida por los hombres. Es el Señor el que la sostiene a través de algunos hombres.
FL: Don Juan, muchas gracias.
JL: Al contrario, gracias a ti.
FL: ¡Viva Cristo Rey!
JL: ¡Viva Cristo Rey!
mm@yoinfluyo.com