La encíclica verde del Papa Francisco ha suscitado tanto muestras de apoyo como reacciones críticas. Algunos medios se han enfocado en destacar este contraste más que centrarse en el contenido mismo del texto.
¿De qué trata la Laudato si’?
Lo primero que hay que considerar, es que se trata de un texto religioso católico, que versa sobre un problema universal que afecta a todos los habitantes del planeta tierra. Esto significa que la encíclica comparte preocupaciones comunes sobre el problema del medio ambiente, y que les da una respuesta católica: desde el Evangelio, leído desde la Tradición y apoyado en la Doctrina Social de la Iglesia.
Se trata de una gran novedad, en la que la Iglesia Católica se abre al diálogo para buscar una respuesta común con toda la gente del planeta, ante el urgente problema ecológico. “Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos”, explica Francisco (n.14).
La carta encíclica Laudato si’ (LS) es muy compleja, porque integra muchos temas a los que estudia desde ejes comunes, como son entre otros, la íntima relación entre los pobres, la fragilidad del planeta y la convicción de que en el mundo todo está conectado (nn. 15 y 16).
Sí, la primera parte del documento pontificio es un diagnóstico sobre “lo que le está pasando a nuestra casa común”; ahí el Papa invita a “tomar dolorosa conciencia” de las causas del problema ecológico (n.19).
El Pontífice señala cuáles son esas causas: la contaminación y el cambio climático, la cuestión de la escasez y distribución del agua, el deterioro de la calidad de vida humana y la degradación social, junto con una “inequidad planetaria”, es decir, “los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente más pobres” (n.48).
En el capítulo segundo, el Papa señala con valentía que esta crisis tiene raíces humanas, y se enfoca en el mal uso de la tecnología, que otorga “un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero” (n.104) y que históricamente ha sido mal utilizada en las guerras para destruir al ser humano.
Ante este problema de la tecnología, Francisco propone una nueva cultura ecológica, que consiste en “una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático” (n.111).
Pero la propuesta del Santo Padre no concluye ahí. También incluye que haya un “diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional” (n.164), que la política y la economía dialoguen para favorecer al hombre (n.189) y que las religiones dialoguen con las ciencias (n.199).
Y luego de esta base común con todos los humanos, el Pontífice propone una “educación y espiritualidad ecológica” (n.202). Pero no se trata de fundar una religión común, sino que es una propuesta de espiritualidad basada en la tradición católica que habla de conversión, de alabanza a la Trinidad y del recurso a Santa María.
De esta manera, la LS nos presenta el liderazgo moral de Francisco que hace causa común con todos los humanos para enfrentar el problema ecológico, buscando lo que todos tenemos en común y compartiendo la espiritualidad católica con los hombres de buena voluntad.
Esta breve exposición no agota la riqueza de la LS, tanto en su contenido -que merece ser conocido y reflexionado- como en las reacciones que ha suscitado. Por eso, seguiremos tratando sobre ella en las próximas columnas.
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