San Francisco y el lobo

1) Para saber

Alguien que fue un ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad, fue San Francisco de Asís. Así lo recuerda el Papa, quien lo tomó como ejemplo de vida -y de quien tomó su nombre para ser el primer Papa llamado Francisco-.

El Papa, en su reciente Encíclica, nos recuerda que este santo manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados. En él se advierte que son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior. Si uno se desentiende de los necesitados puede llevar una vida cómoda, pero en el fondo pierde su paz interior, sintiéndose insatisfecho.

2) Para pensar

El poeta Rubén Darío (1867-1916) ejemplificó la actitud de San Francisco con la naturaleza en un poema llamado Los motivos del Lobo, que esta basado en un hecho de la vida del santo. En él, nos presenta al santo pidiéndole cuentas de su violento comportamiento al lobo, y éste, le hace ver que el Hombre mismo es más violento, porque si mata es para comer, en cambio el hombre, muchas veces, lo hace por puro gusto. Además, descubre el mal que el Hombre cometía con injusticias, lujuria y mentiras.

Una lección del poema es, que si el hombre no trata a la naturaleza con justicia entonces la naturaleza se vuelve contra el mismo hombre.

San Francisco amaba y era amado por su alegría, su entrega generosa, su corazón universal. Vivía en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. ¿Vivimos esas cuatro armonías?

3) Para vivir

¿Por qué amaba San Francisco toda la creación? Porque ha salido de las manos de Dios y por más despreciables que parecieran, les daba el dulce nombre de hermanas.

Dice el Papa que en el interior de San Francisco sucedía como cuando nos enamoramos de una persona: cuando miraba el sol, la luna o los más pequeños animales, su reacción era cantar, incorporando en su alabanza a las demás criaturas. Hasta predicaba a las flores “invitándolas a alabar al Señor, como si gozaran del don de la razón”.

Se alegraba porque veía a Dios en todo lo que le rodeaba.

En la base de toda ecología se ha de reconocer que los seres vivos son criaturas de Dios y maravillarnos de ello.

Si no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la belleza en nuestra relación con el mundo, nuestras actitudes serán las del dominador, del consumidor o del mero explotador de recursos, incapaz de poner un límite a sus intereses inmediatos. En cambio, si nos sentimos íntimamente unidos a todo lo que existe, la sobriedad y el cuidado brotarán de modo espontáneo.

San Francisco, nos invita a reconocer la naturaleza como un espléndido libro en el cual Dios nos habla y nos refleja algo de su hermosura y de su bondad: “A través de la grandeza y de la belleza de las criaturas, se conoce por analogía al Autor”(Sb 13,5).

El Papa Francisco va más allá de una solución técnica que pudiera ayudar a disminuir el mal causado, pero no acabaría con futuros desastres. Nos convoca a un cambio de actitud, a una educación, que fomente en la persona una actitud de respeto por la creación de Dios.

 

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