La Iglesia Católica siempre ha sido una institución perseguida, difamada y combatida desde su fundación, cuando Cristo mismo fue acusado falsamente, principalmente por las autoridades que tenían poder sobre Él. Y a lo largo de los siglos ha habido, igualmente, personas e instituciones -y las seguirá habiendo- que se opongan, por muy diversos motivos, a Ella, principalmente por egoísmo y por sentir afectados sus deseos y su propia voluntad.
Dos simples ejemplos:
Quien sostiene que Dios y su Iglesia no existen porque prefiere robar; o sostener que Dios y su Iglesia no existen porque se me facilita violar o ser infiel en mi matrimonio, ya que robar o violar o ser infiel va contra la ley de Dios, y así se considera que cada quien puede “construir” su propia ética, y no aceptar, por lo menos la ley de Dios que está de acuerdo a la ley natural.
Desde hace algún tiempo se han organizado grupos que solapadamente y mezclando conceptos católicos y seculares, pretenden que se autoricen acciones que no se pueden admitir si se es verdaderamente Católico. Una de las más activas ha sido “Mujeres por el derecho a decidir”, quienes pretenden que se autorice el aborto y de este modo no sentirse culpables por cometer un asesinato contra seres totalmente inocentes e indefensos.
A esto se le llama relativismo, y es la tendencia de pensamiento actual que ataca no solamente a la Iglesia Católica, sino a todo el Cristianismo y personas de buena voluntad. La voz de la Iglesia se ha levantado enérgicamente para evitarlo.
La solución es seguir al Papado, a la Iglesia y, por este medio, encontrar la verdad que es Jesucristo.
Del mismo modo, organizaciones de diversos tipos, tanto públicas como privadas, de niveles tan altos como la Organización de Naciones Unidas, fundaciones de gran poder económico como Kelllog, Gugenheim y muchas otras, cuyo único propósito es hacer que los jóvenes, principalmente, se alejen de la Iglesia poniendo toda clase de obstáculos, muchos de ellos banales, como la música, la moda, el fomento al hedonismo y todo lo que dificulte e impida desarrollar la dignidad humana.
Conseguir más dinero a costa de lo que sea, es su propósito, y son capaces de arrasar bosques, exterminar especies marinas y terrestres, obtener gas y petróleo, acabar con humedales o contaminar cuerpos de agua, y muchas otras actividades más, poniendo en riesgo no sólo el futuro de la humanidad entera, sino la propia y de sus descendientes.
La Iglesia nunca estará de acuerdo con estas actividades, porque tiene reglas claras que debemos seguir y que están basadas en la realidad antropológica y en principios y valores humanos, y no van a cambiar éstos por “mayoría de votos”. Se es o no se es.
El llamado “homo sapiens” no lo es, ya que mientras existan guerras, haya contaminación, persistan las causas del cambio climático antropogénico, haya hambrunas, pobreza, corrupción y otras tantas tragedias que se encuentran en TODAS partes del mundo, no se está siguiendo una conducta “sabia”. Más bien, deberá llamarse “homo brutus”, “tontus”, o algo semejante. No es otra cosa que una manifestación egoísta de la actividad humana y una visión muy limitada de nuestro entorno y de la humanidad.
Las reglas del Catolicismo y de la Iglesia se han sostenido desde que existen los Diez Mandamientos, la ley del amor, las obras de misericordia; y para aquellos que ignoran o quieren ignorar, basta leer el Catecismo de la Iglesia Católica para precisar datos y despejar dudas.
El Papa Francisco está llamando a todos los hombres de buena voluntad a atender la problemática del hombre de manera completa, holística, tomando en cuenta todas las dimensiones del hombre y todos los factores que lo rodean, llegando así a una “ecología humana” mencionada en el documento: “Laudato Si”.
Los mexicanos debemos unirnos en un pueblo fuerte para conseguir una gran nación y esta unión históricamente se ha logrado mediante Santa María de Guadalupe, que es la que nos dio la unidad, la que nos hizo hermanos y puede volver a hacerlo.
Centro de Estudios Guadalupanos UPAEP
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