En China el Gobierno decidirá quién se reencarna y quién no

Algunas formas de pensamiento (por ejemplo el budismo) se asientan en creencias como la reencarnación. La reencarnación es una “doctrina que sostiene que el alma humana después de la muerte asume otro cuerpo, y de este modo se encarna de nuevo”. Una rama, tal vez la más conocida del budismo, es la tibetana, vinculada al área geográfica del Tibet y que hoy está bajo dominio chino.

El actual líder religioso de esa rama del budismo, el tibetano, es Tenzin Gyatso (en exilio desde 1959, tras la llegada del comunismo al país). Esa persona es considerada por sus pocos adeptos como la 14a. emanación de Buda. Para reconocer en él la reencarnación, los monjes tibetanos responsables deben identificar a un niño que presente los signos por los cuales pueda ser reconocido como reencarnación de Buda. En la práctica ha sucedido que se inician a partir de la última mirada del difunto Dalai Lama y luego buscan signos “sobrenaturales” en los recién nacidos del área indicada. Luego el candidato es sometido a pruebas que diluciden que se trata de la persona esperada.

Todo esto viene a colación de la más reciente determinación del gobierno chino que, en un afán de control obsesivo, aspira también a decidir quién y cómo se reencarna el Dalai Lama. Según fuentes confiables, el gobierno central se reunió el pasado 30 de julio en Pekín para tratar el tema de la próxima reencarnación del Dalai Lama. La razón del encuentro fue prever la “necesaria estabilidad de la provincia” (del Tibet) y “un plan para contrarrestar el separatismo”.

Adujeron en el encuentro que “todos los Dalai Lama han pedido siempre la aprobación de Pekín, quien considera la cuestión como muy importante desde el punto de vista de la soberanía y la seguridad nacional”. Fuentes citadas por Asia News revelan que fue el presidente Xi Jinping quien en un momento del encuentro declaró que “es el Partido Comunista quien decidirá el próximo Dalai Lama. Sobre esto no se discute. Si las cosas no fueran así, estamos preparados para tomar las medidas necesarias”.

Un Cónclave para elegir al Dalai Lama

La respuesta de la parte afectada no se hizo esperar ante esta intromisión del Estado en cuestiones religiosas. Tenzin Gyatso, mejor conocido como el Dalai Lama, declaró a un periódico japonés que para evitar la influencia de los chinos no descarta imitar el estilo usado por la Iglesia católica para la elección de los Papas: un Cónclave.

Si bien es cierto que la creencia en la reencarnación resulta disparatada e insostenible desde un punto de vista filosófico (y contrasta con la Revelación de Jesucristo respecto a la resurrección de los muertos, o lo que es lo mismo, el budismo y el cristianismo son incompatibles), aquí lo que resulta reprobable es el afán del gobierno comunista chino de inmiscuirse y controlar la religión: o lo que es lo mismo, sustituir la política por la fe.

Por lo demás, la idea no parece ser una postura aislada de un país del Extremo Oriente y de una posición ideológica marxista: fue la señora Hillary Clinton, del partido demócrata y aspirante a la Presidencia del país más rico del mundo quien en un congreso filo-abortista se posicionó en la línea de lo que, en definitiva, se hace en China: Los códigos culturales profundamente arraigados, las creencias religiosas y las fobias estructurales han de modificarse. Los gobiernos deben emplear sus recursos coercitivos para redefinir los dogmas religiosos tradicionales.

 

 

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