La veracidad de la historia

 

Muy buenos días a todos ustedes:

Qué bueno que desde esta trinchera de Internet me estén escuchando. Su servidor es el padre José Luis Bautista González, de aquí de la Arquidiócesis de Puebla de los Ángeles.

Mi oficio es ser aprendiz e historiador y desde esta columna semanal quisiera compartir con ustedes lo que significaría el hecho histórico y la memoria histórica, que son dos cosas distintas.

Pero uno podrá preguntarse en estos tiempos, cuando tal parece que la historia se distorsiona con el paso del tiempo o cuando tal parece que muchos en México y cualquier otro país ya no tenemos memoria histórica, se nos olvida con facilidad los acontecimientos, o se nos han transmitido acontecimientos que no estuvieran en orden a la historicidad de los mismos.

Para eso, me valgo de algunos autores. Puedo pensar en uno de los autores de la Escuela de los Anales. Comparto con ustedes este libro que es “El Oficio de Historiador”, de Marc Bloch, donde él pone los cimientos de lo que tendría que ser la historicidad de un acontecimiento que se da. Pero él se remonta desde los orígenes. Y puedo pensar en dos autores, por un lado, Heródoto, con sus 9 Libros de Historia, y las Guerras del Peloponeso, con Tucídides.

Si ustedes consultan estos dos libros, ambos autores del Siglo V antes de Cristo, relatan en su introducción que muchas cosas se han dicho de determinados lugares del Asia y que ellos mismos fueron a esos lugares y constataron si verdaderamente el acontecimiento era cierto. Entonces, lo primero del historiador es reunir tal vez documentos, monumentos históricos, testimonio oral, para saber si un hecho en realidad fue tal como lo comentaron e ir a las fuentes. Eso sería el quehacer de un historiador.

Pero el otro autor que quisiera compartir con ustedes es precisamente Johan Huizinga, en un libro que pueden comprar en el Fondo de Cultura Económica que se llama “El Concepto de Historia”, donde nos habla copiosamente de las distintas definiciones de historia.

Yo me quedo con la definición de Johan Huizinga, quien define a la historia sencillamente: “Para mí, la historia es el aspecto espiritual en que una cultura se da cuenta de sí misma”. Ésa tendría que ser la historia. Porque la historia no va enjuiciar, porque la historia se va dar con el devenir del tiempo y generalmente su juicio es un juicio moral, porque ya los acontecimientos han pasado, han concluido.

Entonces, la historia es cuando una región, una cultura, un país, una institución, un ser humano, una familia, trata de hurgar y preguntarse sobre tal acontecimiento, si verdaderamente es cierto o no es cierto. Pero para eso tengo que recurrir al sentido de lo que significa la verdad, porque en estos tiempos se ha relativizado la verdad y hoy se piensa que no hay una verdad completa. Para el historiador, ante un acontecimiento que se ha investigado a través de un documento, de un testimonio oral, y de un monumento, sí tiene que existir una verdad histórica, y esto es lo que vamos a plantear cada semana.

Muchas gracias.

  

@voxfides

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