El “fast-track” del Papa Francisco

La ligereza con que muchos medios de comunicación trataron de inmediato y siguen tratando la decisión de Francisco de reducir los tiempos de juicio en los casos de posible nulidad matrimonial, han llevado a error a muchas personas. Esto, a pesar de la claridad con que el Vaticano comunicó la decisión papal.

La reflexión papal, que no es nueva, pero que llevó al Papa Bergoglio a tomar una decisión, es que muchos católicos, que tenían el convencimiento o la percepción de que su matrimonio hubiera sido inválido, nulo, los mantenía en estado de inquietud o hasta angustia mientras transcurrían meses de un juico sobre nulidad matrimonial.

El Papa Francisco, como buen pastor preocupado por sus ovejas, decidió que estos malestares se redujeran, para que el católico tuviera una decisión legal sobre la validez del matrimonio que había pretendido contraer.

Con el objeto de resguardar el valor sagrado del matrimonio, la Iglesia veía con mucha, quizá demasiada cautela, los casos llegados a los tribunales eclesiásticos sobre nulidad matrimonial. ¿Por qué? Porque sin duda había católicos a quienes no les gustaba la vida matrimonial que llevaban, por los motivos que fueran, y pensaban que podían deshacerse de su cónyuge alegando nulidad de su matrimonio, o más bien solicitando que se les anulara.

Así por ejemplo, una mujer se presenta ante el tribunal en la Arquidiócesis de México para solicitar informes sobre la anulación de su matrimonio, pues decía que su marido le daba mala vida. Casualmente estaba yo presente, por el juicio de un buen amigo, y le expliqué fácilmente a la señora la improcedencia de su pretensión; lo entendió de inmediato y se retiró. Pero muchos no lo entienden o no quieren entenderlo, recordemos a Enrique VIII de Inglaterra.

Sin embargo, la experiencia ha mostrado a la Iglesia que sí hay muchos casos de invalidez matrimonial, por desconocimiento del verdadero matrimonio, por haber pasado por alto las causas de nulidad que establece el Derecho (tanto canónico como civil, por cierto), como la falta real de intención de aceptar las obligaciones que el vínculo matrimonial exige. Mucho hay de inmadurez, de desconocimiento y hasta de simples razones emocionales superficiales para decir “sí, acepto”, sin realmente pensar lo que se aceptaba.

De esta forma, la Iglesia reduce los procesos y todos salen beneficiados, tanto quienes reciben sentencia, en el sentido que sea, como la Iglesia en general.

Pero las malas interpretaciones se dieron y se siguen dando; y así, se habla de cómo la Iglesia los puede “divorciar” fácil, rápido y gratis. Ni siquiera los jueces civiles “divorcian” a la gente porque su matrimonio fuese de origen inválido. El proceso civil de divorcio disuelve un vínculo civil matrimonial válido, y eso es algo muy diferente. En la Iglesia no hay divorcios.

Los medios, en sus informes noticiosos y en sus comentarios editoriales, hablan de la anulación rápida y gratuita de matrimonios en la Iglesia, y hasta lo hacen festinadamente, cuando están hablando de algo completamente falso.

Es importante divulgar ante quien sea que esto no es así, que la anulación matrimonial NUNCA ha existido en la Iglesia y nunca existirá, que lo que se hace es declarar judicialmente si un matrimonio fue válido o inválido DE ORIGEN. Es todo, y que ahora los juicios sean digamos “fast-track” no cambia nada del valor del proceso, sólo lo hace más sencillo.

 

 

@voxfides

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