Este domingo 13 de septiembre el Sumo Pontífice Francisco advirtió que la vida cotidiana está repleta de tentaciones en las cuales podemos caer; llamó a estar al pendiente de ellas y evitarlas con el fin de alejar a Satanás de nuestras vidas. A su vez, puntualizó que todos, aunque no sepamos, cargamos con una cruz, la cual representa el largo y no siempre fácil camino que debemos atravesar para encontrar la paz y la resurrección.
Papa Francisco: “Ponerse en el camino de Jesús significa tomar la propia cruz –todos la tenemos– para acompañarlo en su camino, un camino incómodo que no es el del éxito o de la gloria terrenal, sino el que lleva a la verdadera libertad, la libertad del egoísmo, del pecado. Se trata de operar un neto rechazo de aquella mentalidad mundana que pone el propio ‘yo’ y los propios intereses en el centro de la existencia: esto no es lo que Jesús quiere de nosotros. En cambio nos invita a perder la propia vida por Cristo y el evangelio, para recibirla renovada, hecha y auténtica. Podemos estar seguros que, gracias a Jesús, este camino lleva a la resurrección, a la vida plena y definitiva con Dios. Decidir seguir a nuestro Maestro y Señor que se ha hecho siervo de todos, exige caminar detrás de Él, y escuchar con atención en su Palabra, –recordad: hay que leer todos los días un pasaje del evangelio– y de los sacramentos”.
También cuestionó a los jóvenes presentes al recordarles la importancia de seguir los pasos de Jesús, de cargar con la cruz y orar todos los días.
Papa Francisco: “Hay jóvenes aquí en la plaza, niños y niñas, les pido ¿habéis sentido el deseo de seguir a Jesús más de cerca?, ¿más de cerca? Piensen. Recen. Y dejad que el Señor os hable. La Virgen María que ha seguido a Jesús hasta el Calvario, nos ayude a purificar siempre nuestra fe de las falsas imágenes de Dios, para adherir plenamente a Cristo y a su evangelio”.
Al finalizar el rezo, celebró la reciente proclamación de Samuel Benedict Daswa como beato a 25 años de su asesinato en 1990, además de pedir por todos aquellos que son atacados por su fe a Jesús.
Papa Francisco: “En su vida demostró siempre gran coherencia, asumiendo con coraje actitudes cristianas y rechazando costumbres mundanas y paganas. Su testimonio ayude especialmente a las familias a difundir la verdad y la caridad de Cristo. Y su testimonio se une al testimonio de tantos hermanos y hermanas nuestros, jóvenes, ancianos, jovencitos, niños, perseguidos, asesinados, desplazados por confesar a Jesús. A todos estos mártires, a Samuel Benedict Daswa y a todos ellos, agradecemos su testimonio y le pedimos que rece por nosotros”.
Texto Completo
El Evangelio de hoy nos presenta a Jesús que en camino hacia Cesarea de Filipo, interroga a los discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?» (Mc 8,27). Estos responden que algunos lo consideran Juan el Bautista resucitado, otros Elías o uno de los grandes profetas. La gente apreciaba a Jesús, lo consideraba un ‘enviado de Dios’, pero no lograba aún a reconocerlo como el Mesías anunciado y esperado. Y Jesús pregunta nuevamente: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» (v. 29). Esta es la pregunta más importante con la cual Jesús se dirige directamente a aquellos que lo han seguido, para verificar la propia fe. Pedro en nombre de todos exclama de manera espontánea: «Tú eres el Mesías» (v. 29). Jesús queda impresionado con la fe de Pedro, reconoce que ésta es fruto de una gracia especial de Dios Padre. Y entonces revela abiertamente a los discípulos lo que le espera en Jerusalén, o sea que «el Hijo del hombre tiene que padecer mucho […] ser ejecutado y resucitar a los tres días» (v. 31).
El mismo Pedro que apenas ha profesado su fe en Jesús como el Mesías, se escandaliza de estas palabras. Llama aparte al Maestro y le reta atención. ¿Y cómo reacciona Jesús? A su vez llama la atención a Pedro por esto, con palabras muy severas: «¡Quítate de mí vista, Satanás!» –Le dice Satanás– «¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!» (v. 33). Jesús se da cuenta que en Pedro, como en los otros discípulos –y en cada uno de nosotros– a la gracia del Padre se opone la tentación del maligno, que quiere distraerlo de la voluntad de Dios. Anunciando que tendrá que sufrir y ser condenado a muerte para después resucitar, Jesús quiere hacerle entender a quienes los siguen que Él es un Mesías humilde y servidor. Es el Siervo obediente a la voluntad del Padre, hasta el sacrificio completo de la propia vida. Por esto, dirigiéndose a la toda la multitud que allí estaba, declara que quien quiere ser su discípulo tiene que aceptar ser siervo, como Él se ha hecho siervo, y advierte: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga» (v. 35).
Ponerse en el camino de Jesús significa tomar la propia cruz –todos la tenemos– para acompañarlo en su camino, un camino incómodo que no es el del éxito o de la gloria terrenal, sino el que lleva a la verdadera libertad, la libertad del egoísmo, del pecado. Se trata de operar un neto rechazo de aquella mentalidad mundana que pone el propio ‘yo’ y los propios intereses en el centro de la existencia: esto no es lo que Jesús quiere de nosotros. En cambio, nos invita a perder la propia vida por Cristo y el Evangelio, para recibirla renovada y auténtica. Podemos estar seguros que, gracias a Jesús, este camino lleva a la resurrección, a la vida plena y definitiva con Dios. Decidir seguir a nuestro Maestro y Señor que se ha hecho siervo de todos, exige una unión fuerte con Él, escuchar con atención y asiduidad su palabra, — recordad: hay que leer todos los días un pasaje del evangelio– y en los sacramentos.
Hay jóvenes aquí en la plaza. Yo os pregunto: ¿habéis sentido el deseo de seguir a Jesús más de cerca? Pensadlo. Rezad. Y dejad que el Señor os hable.
La Virgen María que ha seguido a Jesús hasta el Calvario, nos ayude a purificar siempre nuestra fe de las falsas imágenes de Dios, para adherir plenamente a Cristo y a su Evangelio.
Después del Ángelus
Hoy en Sudáfrica ha sido proclamado beato Samuel Benedict Daswa, padre de familia, asesinado en 1990 –apenas hace 25 años– por su fidelidad al evangelio. En su vida demostró siempre gran coherencia, asumiendo con coraje actitudes cristianas y rechazando costumbres mundanas y paganas. Su testimonio ayude especialmente a las familias a difundir la verdad y la caridad de Cristo. Y su testimonio se une al testimonio de tantos hermanos y hermanas nuestros, jóvenes, ancianos, jovencitos, niños, perseguidos, asesinados, desplazados por confesar a Jesús. A todos estos mártires, a Samuel Benedict Daswa, agradecemos su testimonio y le pedimos que rece por nosotros.
Saludo con cariño a todos los aquí presentes, romanos y peregrinos provenientes de diversos países: familias y grupos parroquiales, asociaciones. Saludo a los fieles de las diócesis de Friburgo, a la asociación ‘El árbol de Zaqueo” de Aosta, a los fieles de Corte Franca y Orzinuovi, a la Acción Católica ‘Ragazzi di Alpago’ y al grupo de motociclistas de Ravenna.
Saludo a los maestros precarios que han venido desde Cerdeña y deseo que los problemas del mundo del trabajo sean enfrentados teniendo concretamente en cuenta la familia y sus exigencias.
A todos os deseo un buen domingo. Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí.
@voxfides