El pasado domingo 20 de septiembre, al finalizar la Santa Misa en la Plaza de la Revolución “José Martí”, en La Habana, el Papa Francisco visitó en su casa a Fidel Castro Ruz, en un encuentro que duró cerca de 30 minutos, en medio de un ambiento cordial.
Su Santidad, entregó varios presentes al expresidente cubano, entre ellos en ejemplar de la Exhortación Evangelii Guadium, la Encíclica Laudato Si´, así como libros de Alessandro Pronzato sobre el humorismo y la fe, no obstante, el obsequio que más llamó la atención fueron reflexiones en CD del Padre Jesuita, Armando Llorente, quien fuera maestro de Castro Ruz; a su vez, el Papa recibió el libro Fidel y la religión de Frei Betto.
Cabe destacar que esta entrevista no se encontraba prevista en la agenda del viaje, y en la cual se hallaban presentes la esposa de Fidel Castro, así como el Nuncio Apostólico en Cuba, Mons. Giorgio Lingua.
Por la tarde el Papa, continuó con una intensa jornada de actividades que incluyó una visita de cortesía al Presidente Raúl Castro, en el Palacio Presidencial, de la cual no se difundieron mensajes concretos, no obstante el encuentro tuvo una duración considerable de 50 minutos. Al final intercambiaron regalos, Francisco, regaló a Raúl Castro, un mosaico de la Virgen del Cobre y éste a su vez regaló al Papa, un crucifijo hecho con remos de naufragios de balseros cubanos.
Hacia las 17:15, tuvo lugar la celebración de las Vísperas con sacerdotes, religiosas, religiosos y seminaristas en la Catedral de La Habana, para dicha reunión, Su Santidad tenía dispuesto un discurso, sin embargo, optó por hablar libremente y no leer el texto preparado.
En el Centro Cultural Padre Félix Varela, a las 6:30 p.m., el Papa saludó a los jóvenes, uno de ellos, Leonardo Manuel Fernández Otaño, fue el encargado de dirigir unas palabras al invitado de todos los cubanos. Fernández Otaño, mencionó que: “Hoy no sólo queremos presentarle nuestros sueños, sino queremos pedirle su oración, por nuestro país, por nuestras familias cubanas, por nuestros amigos que estén en este país o que han inmigrado. Ayúdenos, Santo Padre, a ser jóvenes que sepamos acoger al que piensa diferente, que no nos encerremos en los conventillos de las religiones o las ideologías, que podemos crecernos al individualismo y la indiferencia…”.
Nuevamente el Papa, decidió no leer lo que traía escrito, y destacó el hecho de que Leonardo Fernández habló de ”soñar”; dijo que: “un joven que no es capaz de soñar, está clausurado en sí mismo, está encerrado en sí mismo” y les pidió que sueñen y cuenten sus sueños.
Mencionó que “cuando una religión se vuelve conventillo, pierde lo mejor que tiene, pierde su realidad de adorar a Dios, de creer en Dios.” Pide que haya unidad, que se cree la amistad social a pesar de que las personas piensen diferente pero se puede dialogar desde los puntos que se tienen común. Y rescatando la palabra esperanza que también mencionó Leonardo, explicó que la esperanza sabe sufrir, que para llevar adelante un proyecto se sabe sacrificar; que la esperanza es fecunda, da vida.
Destacó, comentando la situación de varios países de Europa, que un pueblo, no un gobierno, que no se preocupa de dar trabajo a los jóvenes, “ese pueblo no tiene futuro”, “un pueblo que no inventa posibilidades laborales para sus jóvenes, a ese joven le quedan las adicciones, o el suicidio o irse por ahí buscando ejércitos de destrucción para crear guerras.” La esperanza es sufrida, es trabajadora, fecunda, salva de la cultura del descarte y además es convocadora, pero un joven sin esperanza es como un jubilado, y parece haber jubilados de 22 años.
Por último citó un proverbio africano: “ ‘Si quieres ir deprisa, anda solo, pero si quieres llegar lejos, anda acompañado’, así se subrayó la cultura del encuentro”.
Con estas actividades, el Santo Padre, culminó los eventos en La Habana, para dar paso al siguiente día a lo programado en la Ciudad de Holguín, para terminar el 22 en Santiago y partir ese mismo día hacia su visita en los Estados Unidos.
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