¡Quiero ser televisión!

1) Para saber

El Papa Francisco dedicó la Audiencia General del pasado miércoles a la convivencia familiar, en especial la que se da en torno a la mesa doméstica.

En la vida familiar se convive desde los primeros años y es en la mesa donde se aprende a compartir los bienes de la vida y ser felices de poderlo hacer. El Papa afirmó que compartir: “¡Es un virtud preciosa! Su símbolo, su “ícono”, es la familia reunida alrededor de la mesa doméstica. Además de compartir los alimentos, se comparten también los afectos, los cuentos, los eventos… Cuando hay una fiesta, un cumpleaños, un aniversario, nos reunimos alrededor de la mesa. En algunas culturas es habitual hacerlo también por el luto, para estar cercanos a quien se encuentra en el dolor por la pérdida de un familiar”.

2) Para pensar

Podemos recordar la oración que hacía un niño:

“Señor, acudo a Ti para pedirte algo que no te costará trabajo, pues eres Dios. Creo que esto no será muy difícil. Tú que eres bueno y proteges a todos los niños de esta tierra, quiero pedirte un favor, sin que se enteren mis padres: Transfórmame en un televisor, para que mis padres me cuiden como lo cuidan; para que me miren con el mismo interés con que mi mamá mira sus telenovelas preferidas o mi papá ve sus deportes favoritos. Incluso mi hermano me golpea por apartarla.

Quiero sentir sobre mí la preocupación de mis padres cuando la televisión comienza a fallar y rápidamente llaman al técnico. Quiero hablar como los animadores, pues toda mi familia calla para oírlos con atención, sin interrumpirlos. Deseo ver a mi madre tan atenta frente a mí como lo hace cuando ve las ofertas o consejos de belleza. O quisiera ver reír a mi Padre como lo logra el comediante de moda, con chistes que no entiendo. Quiero simplemente que me crean cuando les cuento mis historias de fantasías diciendo: ¡Es cierto! Lo vi en la tele”.

3) Para vivir

La convivencia es un termómetro para medir la salud de las relaciones: “Si en la familia hay algo que no está bien, o alguna herida escondida, en la mesa se entiende enseguida. Una familia que no come casi nunca juntos, o en cuya mesa no se habla pero se ve la televisión, se atiende al teléfono celular, es una familia ‘poco familiar’ ”, concluyó el Papa. Por ello se ha de encontrar el modo de superar los obstáculos que dificultan la convivencia.

El Señor Jesús enseñaba frecuentemente en la mesa, y representaba el reino de Dios como un banquete festivo.

Estando a la mesa, Jesús escogió la comida también para entregarse a sus discípulos: Donación de su Cuerpo y de su Sangre como Alimento y bebida de salvación, que nutren el amor verdadero y duradero.

Hemos de pasar de la “mesa doméstica a la “mesa eucarística”. Afirma el Papa que “participando en la Eucaristía, yendo a Misa, la familia es purificada de la tentación de cerrarse en sí misma, fortalecida en el amor y en la fidelidad… La familia nutrida por la Eucaristía puede vencer las cerrazones y construir puentes de acogida y de caridad”. La Misa une a la familia, de ahí la importancia de asistir todos y, de ser posible, juntos. Un buen propósito: Comer e ir a Misa en familia.

 

 

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