La problemática que afecta a nuestra sociedad en su desarrollo, tiene en su falta de organización y por tanto de participación una causa importante.
Mucho hemos avanzado en nuestro país en el desarrollo de la democracia representativa (democracia formal); sin embargo, aún falta mucho por hacer en cuanto a participación se refiere. La sociedad mexicana es todavía apática acerca de lo que le afecta, sobre todo si esto viene de la función pública, es decir, el gobierno. Si acaso se manifiesta una opinión o se emite un voto, pero la interacción de la sociedad con sus autoridades no va más allá en la mayoría de los casos.
Es así que, por ejemplo, una de las instituciones más desprestigiadas de nuestro país para los mexicanos es el Poder Legislativo en su conjunto. Sin embargo, es raro que un ciudadano sepa el nombre del legislador(a) que lo representa, ya sea en el congreso local o el federal, y mucho menos exigirle responsabilidad por su trabajo o realizar una evaluación del mismo.
En una sociedad compleja como la nuestra, la democracia formal es perfectible y estamos en ese proceso, pero no tiene sentido sin democracia participativa, pues ésta posibilita que los ciudadanos pasen de ser objetos sociales a sujetos sociales, es decir, actores de la transformación del medio y de las relaciones de poder.
Democracia entonces implica un actuar democrático; en este enfoque, democracia y participación son sinónimos y complementarios.
La participación puede alcanzar distintos niveles y formas de expresión y se da predominantemente a través de los cuerpos intermedios. Éstos nacen de la necesidad que tienen las personas de agruparse en diferentes asociaciones que ayuden a su desarrollo, y son intermedios porque en la estructura social se colocan entre la Sociedad y el Estado. Así, puede haber tantos cuerpos intermedios como actividades o necesidades presente la sociedad. Luego entonces, están vinculados a ámbitos políticos, profesionales, culturales, sociales, religiosos, etc.
Para que sean legítimas, estas agrupaciones deben surgir de la Sociedad y no del Estado y ser autónomas con respecto a éste, pues, si no, perderían su representación social. Por ejemplo, conforme a este planteamiento, las agrupaciones que conforman cualquiera de los tres sectores de la estructura del Partido Revolucionario Institucional no son cuerpos intermedios como tales, pues integran el esquema corporativista de dicho partido.
Los cuerpos intermedios desarrollan el sentido de iniciativa y el ejercicio de la libertad de las personas y constituyen órganos de defensa de los particulares contra acciones del Estado que les sean lesivas.
Como se mencionó, la democracia en acción es participación; y si los cuerpos intermedios son una forma importante de participación ciudadana, su existencia es un indicador tanto cuantitativo como cualitativo del desarrollo democrático de una sociedad. En las sociedades gobernadas por regímenes totalitarios no existen cuerpos intermedios porque la sociedad no tiene libertad de asociación.
Los cuerpos intermedios son medios de participación de la sociedad. Sin embargo, en cuanto a la praxis de la participación ciudadana, se requiere que la sociedad esté informada. A veces, el gobierno confunde información con participación; sin embargo, tener información y entenderla es el inicio de la participación social, pues tener conocimiento del quehacer gubernamental es imprescindible para, a través de la participación, calibrar el grado y calidad del impacto que dicha acción tiene en la sociedad.
Derivado del acopio y procesamiento de la información, se da la consulta y el diálogo entre autoridad y gobernados, que tendrá que posibilitar llegar a acuerdos por consenso, y a un trabajo en común, cogestión y autogestión ciudadanas.
Tenemos que transitar de las formas de presión tumultuarias y desordenadas, como son las manifestaciones, (en el Distrito Federal hay 2,500 manifestaciones al año, es decir, 6.8 al día), a formas más inteligentes de interactuar con nuestras autoridades.
Alcanzar un nivel de participación auténtica y democrática requiere perseverar en la construcción de una cultura para tal propósito, que arraigue en la conciencia social. En esto, las instituciones educativas juegan un papel importante, pues una de las maneras más eficaces de lograrlo es continuar desarrollando esquemas de educación para que la participación organizada predomine sobre la presión desordenada.
*Egresados e Inserción Profesional – UPAEP
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