No hay duda de que el ayate guadalupano es un milagro

 

Hola queridos radio oyentes; desde aquí, su servidor el Padre José Luis Bautista González, en “Una mirada en la historia”:

El próximo sábado 12 de diciembre vamos a celebrar un aniversario más de la aparición en el ayate de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, y donde se vertieron las rosas de castilla ante el obispo Fray Juan de Zumárraga y se estampó la tilma en el ayate guadalupano, cuando se pidió al Santo Padre Juan Pablo II la canonización de Juan Diego. Una comisión integrada por especialistas en historia juntó todos los documentos y los clasificó en tres rubros, como todo historiador.

Primero, fuentes documentales, qué documentos existieron que hablaban sobre el hecho guadalupano; segundo, la descripción de monumentos, es decir, de estelas, de grabados, de mapas que han permanecido ligados al Santuario Guadalupano desde el año 1531; y tercero, testimonios orales.

Estos tres sentidos de la historiografía los pusieron en tres colecciones: los testimonios de los españoles en un primer grupo; después de los indigenas en un segundo grupo, y en un tercer grupo pusieron el testimonio de los nacidos de español y de indígena.

Después, en el año 1998, 1999, no recuerdo muy bien, hubo tres grandes guadalupanos: los padres José Luis Guerrero, el padre Chávez, quienes pusieron en orden estos documentos y los publicaron. Pero creo que el documento indígena –que tiene la mayor fuente de información y que probablemente se escribió a mediados del siglo XVI– es el de un indígena que después fue gobernador de indios en el Estado de México; me refiero a Antonio Valeriano, quien escribió el Nican Mopohua como códice, y él precisamente habla de las apariciones de la Virgen de Guadalupe que se dieron del sábado 9 de diciembre al martes 12 de diciembre. Éste es un testimonio de primera mano; ojalá que lo pudieran leer.

Y otro testimonio, escrito precisamente por un descendiente de los reyes de Texcoco; me refiero a Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, que escribió el Nican Motecpana, donde narra algunos milagros realizados por interseción de la Virgen de Guadalupe, y donde precisamente habla de la muerte del tío Bernardino y de la muerte de Juan Diego, que se dio en el año 1548.

Y el otro testimonio que me parece extraordinario son las informaciones jurídicas del año 1666 donde se entrevistaron a personas tanto españolas como indigenas.

El indígena de mayor edad era de 115 años y aquí no se hablaba si Juan Diego fue histórico, no, eso se supone, sino más bien de la probidad de vida de Juan Diego; y claro, hay testimonios como “La verdadera historia de la conquista de la Nueva España”, de Bernal Díaz del Castillo, hoy tal vez cuestionada su autoría por Duvalier, porque dice que la escribió Hernán Cortés.

Y muchos testimonios testamentos, donde se menciona la Virgen de Guadalupe; y otra gran cantidad de sitios históricos donde no podemos dudar del hecho, pero en especial no podemos dudar que el ayate guadalupano es un milagro. Es un milagro, porque si le preguntamos a un químico qué tiempo de vida tiene un ayate, nos dice 50 años. Es un hecho extraordinario. Y es el santuario a nivel mundial más visitado del mundo. ¡Enhorabuena! Y seamos pues guadalupanos.

Espero que algún día el honorable Congreso ponga el día 12 de diciembre como fiesta nacional, aunque he de decir de paso que aunque no lo digan, es fiesta nacional.

 

 

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