“No dejarnos amedrentar”
Es interesante el llamamiento papal a “no dejarse amedrentar por las fuerzas del mal”; porque “amedrentar” se deriva del latín “met(o)rentus” que a su vez, quiere decir “miedoso”, de acuerdo con el maestro Pedro Menoyo Bárcena, que específicamente significa “infundir miedo”, “intimidar”.
En cualquier caso, se trata de una convocatoria a ser valientes, a no dejar que el miedo nos invada por todo el mal que está sucediendo en nuestro país. ¡Por supuesto que se trata de sembrar esperanza, pero a un tiempo, el propósito es también, que la esperanza no sea algo pasivo derivado de una entelequia inmovilista!
Es necesario enarbolar la esperanza en que las cosas en México serán mejores, pero a la vez, se trata de afrontar con valentía y valor, de valer, nuestra misión y el propio trabajo para lograrlo.
El Santo Padre lo dijo con voz clara y firme, al llamar a los mexicanos a asumir una actitud “valiente y trabajar para que la savia de sus propias raíces cristianas haga florecer su presente y su futuro”.
Como pueden apreciar mis adoradas lectoras y amables lectores, Benedicto XVI no se le limitó a un simplista y reduccionista “échenle ganas señoras y señores”. Nos convocó a beber de las más profundas raíces cristianas de nuestro pueblo, para hacer que florezcan en el presente, al igual que en el futuro.
Él, el Papa, vio y atestiguó nuestros gestos de preocupación. Unos de ahora y otros “que provienen de más atrás”. Vio el desgarramiento sufrido por nuestro pueblo y por eso se autoproclamó nuestro hermano mexicano.
Pero hubo algo más intenso, cuando nos alentó a no ceder ante la mentalidad utilitarista “que termina siempre, sacrificando a los más débiles e indefensos”. Si alguien percibe que fuerzo la frase para interpretarla a mi manera, simple y llanamente: ¡me echo pa’tras!
No ceder ante la mentalidad utilitarista tiene variadas y espléndidas aplicaciones, particularmente en el México que hoy se asoma a un proceso electoral que, sin duda, será decisorio en más de un aspecto.
Y ese “no ceder” ante el utilitarismo se aplica por igual a quienes lo emplean para lograr sus objetivos, como para quien se deja llevar por la corriente. El Maquío Clouthier solía, en casos como este, decir “hay dos clases de hombres de los que me tengo que cuidar: de los que pisan a los hombres y de los que se dejan pisar”.
En efecto, la mentalidad utilitarista no es exclusiva ni propia de quien la ejerce “motu proprio”, sino que, además, involucra a quien se deja guiar y acepta las situaciones y/o condiciones de un suceso concreto.
Así, la invitación del Pontífice es a que el candidato no ceda ante la tentación de las despensas, las gratificaciones, los empleos, las dádivas o el obsequio de materiales para construcción, a cambio de un voto de los electores potenciales. Pero, este mismo “evitar la tentación” es responsabilidad del elector, que no deberá ceder ante la tentación de recibirlos.
Es el hecho de que el legislador no ceda ante la tentación utilitarista del cansancio o la cobardía, en nombre de la tolerancia o la convivencia en armonía, frente a proyectos de ley que atentan contra la vida, la familia o sus creencias personales.
También es la exhortación al hombre y la mujer de empresa, a no ceder ante la postura utilitarista que lo induce a cerrar un negocio poco claro, lleno de ambigüedades o rayano en la ilegalidad, disfrazada de “área de oportunidad” o de “nicho de mercado”.
Es no ceder ante el ofrecimiento de un cargo superior a cambio de llevar una vida doble en lo privado y lo público. No dejarse amedrentar por el mal y tampoco, ceder ante la mentalidad utilitarista. Sin duda, dos desafíos formidables para los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
Este llamado, enfatizó debe tener una promoción humana, por eso “la iglesia exhorta a todos sus fieles a ser también buenos ciudadanos, conscientes de su responsabilidad de preocuparse por el bien de los demás, de todos, tanto en la esfera personal como en los diversos sectores de la sociedad”.
El Pontífice señaló que en su breve pero intensa visita a México llegó a su fin y aclaró “no es el fin de mi afecto y cercanía a un país que llevo muy dentro de mí. Me voy colmado de experiencias inolvidables son tantas atenciones y muestras de afecto recibidas”.
Antes de abordar el avión, señaló” ¡adiós¡ en el sentido de la bella expresión tradicional hispana: ¡Queden con Dios¡ Sí, adiós; hasta siempre en el amor de Cristo, en el que todos nos encontramos y nos encontraremos. Que el señor les bendiga y María Santísima les proteja”.
Antes de viajar a Cuba, el Papa dio una especial bendición apostólica al pueblo mexicano y al presidente Felipe Calderón en la que señala su deseo de que se consolide la convivencia social por los caminos de la paz, la concordia y la solidaridad.
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