1) Para saber
La esperanza mira hacia el futuro. Anteriormente decíamos que el amor todo lo cree, confía en alguien en el presente. Ahora, el amor confía en el futuro, no desespera ni es pesimista sobre el mañana.
Aplicando la esperanza a la persona amada, se espera de ella que en un futuro, como dice el Papa, haya “un sorpresivo brote de belleza”, que germinen sus potencialidades algún día. Sin embargo, no es una esperanza ingenua que piensa que cambiarán todas las cosas en esta vida, sino que acepta que algunas cosas no serán como desearíamos, pues Dios quizá quiera escribir derecho con líneas torcidas, sacando mucho bien de algún mal.
2) Para pensar
En septiembre de 1904 una joven de 24 años llamada Hellen Keller obtiene el doctorado. Esta noticia no hubiera tenido ninguna repercusión ni hoy la recordaríamos, si no se tratara de una joven ciega y sordomuda.
La tenacidad y capacidad de esfuerzo de esta muchacha la ha hecho pasar a la historia con nombre propio y la ha convertido en ejemplo no sólo para aquellas que sufren algún tipo de minusvalías, sino también para cualquier persona que debe enfrentarse con dificultades. Si bien, tiene mucho mérito esta mujer, ahora podemos enfocar la mirada hacia la persona que logró que Hellen llegara a desarrollar sus potencialidades de esa manera: Su profesora Ann Sullivan.
Anne había dedicado toda su vida en ayudar a personas con graves deficiencias, y comenzó a trabajar con Hellen Keller cuando ésta era una niña de apenas cinco años. Siempre tuvo la esperanza de que de esa niña rebelde, e incluso berrinchuda, podía brotar la virtud y el fruto de su inteligencia. Le enseñó a leer utilizando el sistema Braille para ciegos, que consiste en aprender de unos libros especiales que están escritos en relieve, de tal forma que pasando suavemente la yema de los dedos, pueden “leer”.
Le enseñó a hablar, con paciencia, esfuerzo y técnicas adecuadas. Juntas pasaron muchas horas de desánimo y sintieron ganas de abandonar sus propósitos. Pero siguieron adelante luchando contra aquellas dificultades.
Ann Sullivan, animada por el tesón de su alumna, la inició en el manejo de la máquina de escribir, y así, la estudiante escribía sus propios trabajos.
Las dificultades no detuvieron a la profesora Anne para continuar su tarea y lograr lo que hasta entonces nunca alguien lo hubiera logrado en la historia: un doctorado para alguien como su alumna.
Pensemos si tenemos esperanza en los demás al momento de convivir y, sobre todo, si tenemos la responsabilidad de educar.
3) Para vivir
Es común desanimarse cuando una persona no responde como se esperaba. Sin embargo, una persona tiene mucho potencial, simplemente hay que saber hacerlo brotar. En eso consiste precisamente la educación como lo descubrimos en su raíz etimológica. Educar viene del latín “ex-ducere” que significa “sacar”, o “conducir hacia afuera”. Consiste en sacar lo mejor de cada uno, que sepa vivir las virtudes, desde su interior hacia afuera.
Comenta el Papa Francisco que esta esperanza es plena, pues ha de incluir la certeza de una vida más allá de la muerte. Es decir, esperamos en un futuro mejor, porque todas las personas están convocadas a la plenitud del Cielo. Basta responder libremente al amor de Dios haciendo su voluntad.
@voxfides
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