En respuesta al fuerte “llamado por la paz” de Hiroshima que realizó san Juan Pablo II el 25 de febrero de 1981, la Conferencia Episcopal de Japón designó los días entre el 6 y el 15 de agosto como los “Diez Días por la paz”.
Se eligieron estos días porque recuerdan la explosión de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki, y la conmemoración del final de la Segunda Guerra Mundial. Este año se cumple el 35 aniversario.
“La paz mundial se está haciendo añicos y está continuamente amenazada por acontecimientos como la guerra de Siria, las actividades terroristas de los fundamentalistas y otros muchos conflictos armados, que pretenden el control de los recursos y sólo quieren mostrar su fuerza. Muchas personas, incluidas mujeres y niños mueren o resultan heridas, obligadas a huir de sus hogares, privadas de una vida normal e incluso de la vida misma. Los ataques terroristas se llevan a cabo en las principales ciudades de Europa, en Estados Unidos y en países musulmanes. Muchos japoneses también han sido víctimas”, reflexionan los obispos nipones.
“Con la fuerza de la humanidad y la gracia de Dios, queremos lograr el alto ideal de eliminar no sólo las armas nucleares, sino todo tipo de armas y la violencia del mundo. En nuestro país, no podemos quedar indiferentes ante los asesinatos que ocurren todos los días, o la discriminación basada en la nacionalidad, la cultura o el género, la violencia doméstica, los discursos de odio, el acoso sexual o de poder.
“No hay paz donde hay personas excluidas o dominadas, discriminadas, o a las que se les falta al respeto. Haciendo esfuerzos para completar la plenitud y la felicidad del corazón y del cuerpo, el trabajo y la vida privada, y las relaciones con Dios y con las personas, en particular, tenemos que empezar a construir la paz dentro de nosotros. Todos podemos hacerlo y todos tenemos que hacerlo. Este es el camino seguro para alcanzar la paz en el mundo”, concluye el texto de la Conferencia Episcopal de Japón.
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