La santidad y el deporte

La historia registra que varios santos de la Iglesia han sido buenos deportistas y grandes promotores del deporte.

Por citar algunos ejemplos, mencionamos a la santa chilena Teresa de los Andes, Carmelita, quien antes de ingresar al convento jugaba tenis, e incluso, llegó a ganar algunos torneos; o el santo mexicano Darío Acosta, a quien se le ve con la camiseta puesta en una fotografía que se encuentra en su museo regional en Veracruz, con sus compañeros de equipo de futbol; lo mismo que san Agustín Caloca Cortés. También fue muy deportista la Venerable Conchita Armida, cofundadora de la Congregación de los Misioneros del Espíritu Santo.

San Francisco Javier, Jesuita, tenía fama en su juventud de ser buen deportista, y ya como misionero, frente a las costas de Ceylán, supo que miembros de la tribu de los paravas aceptaban el Bautismo, pero al no encontrar una embarcación que lo llevara, dijo: “si no encuentro una barca iré nadando”.

El santo italiano Pier Giorgio Frassati, patrono de los montañistas e integrante de la Acción Católica, organizaba excursiones buscando escaladas cada vez más difíciles, y pudo conquistar la cima del Mont Blanc, la montaña más alta de Europa.

Eugenio Pacelli, antes de convertirse en el Papa Pío XII, practicaba la natación y la equitación; Santo Domingo Savio acudía con otros niños a nadar en los calurosos veranos, a un río cercano a Turín, y era el más alegre en los recreos.

San Juan Bosco decía: “El joven que no juega, o está enfermo del alma o está enfermo del cuerpo”, y aseguraba que “el ejercicio físico aleja muchas tentaciones y mantiene despejada la mente”.

San Marcelino Champagnat, otro de los grandes educadores de la Iglesia, fue uno de los grandes promotores de la educación física, y como a lo largo de 22 años fundó 48 escuelas, las visitaba ya sea a pie o a caballo.

Por todos es sabido que san Juan Pablo II era un gran deportista: esquiaba, practicaba el canotaje en cayac, hacía montañismo, jugaba futbol. Durante su pontificado dio varios discursos importantes sobre el tema. El 11 de diciembre del 2000, dijo: “es un método excelente de promover la solidaridad en un mundo afectado por las tensiones raciales, sociales y económicas.”

Durante el pontificado de Benedicto XVI se comenzó a disputar en el Vaticano la Clerical Cup entre equipos formados por personas de varios seminarios, e incluso, en la Plaza de San Pedro se organizó un torneo entre jóvenes.

El Papa Francisco, desde siempre, es un aficionado al futbol y la colección de camisetas autografiadas de los equipos que lo han visitado, ya han merecido una vitrina especial en los museos vaticanos.

Son muchos los ejemplos que se pueden dar en torno al deporte y la santidad, que resumimos con unas palabras de la niña santa argentina, Laura Vicuña: “es lo mismo rezar que trabajar; rezar o jugar. Haciendo lo que me mandan, hago lo que Dios quiere que haga, y eso es lo que yo quiero hacer; esta es mi mejor oración”.

 

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