La exigencia
Recientemente, la lectura del texto de San Lucas (12,48-53) encontró para este aprendiz de escribano una aplicabilidad tan exigente como formidable. “He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!”
Un poco arbitrariamente, este aprendiz quiere recibir la convocatoria en una acepción, si se quiere, un tanto caprichosa, haciendo sinónimo el fuego que menciona la Escritura, con la necesaria e indispensable pasión que requiere cualquier realización humana, incluido el cumplimiento de su vocación trascendente.
¿Qué hace falta hoy?
Mis adorables lectoras y formidables lectores quizá puedan coincidir: Llámese actitud, celo apostólico, valor agregado o fuego, como relata el escritor de Patmos, el asunto que hace falta hoy día es convencernos de que es necesario un entorno y espacios que hacen trascender nuestras realizaciones, y por ende, se trata de una pasión por las cosas de excelencia.
Pasión aplicada
Nos referimos a ese tipo de pasión con la que Jesús de Nazareth echó a los mercaderes del templo, lo mismo que no es imaginable la Novena Sinfonía o el Claro de Luna, sin la pasión que imprimió Beethoven en esas obras.
No es viable imaginar a Hernán Cortés, a Agustín de Iturbide o a Isabel la Católica, sin la pasión necesaria para “quemar sus naves” y arriesgarlo todo para alcanzar sus respectivas metas.
Imaginar a Rosario Castellanos, a Juana de Arco, a Emma Godoy o a Vivaldi, sin pasión, sería como dejar en el aire sus logros.
No podríamos imaginar a Felipe Neri, a Pablo de Tarso, a Edith Stein o a Teresa de Ávila, sin esa pasión que constituía el motor de su actuar, de su sed por alcanzar la eternidad. Como tampoco podríamos imaginar a Juan Pablo II, a Teresa de Calcuta o a José Sánchez del Río, sin el coraje y la pasión necesaria y suficiente como para entregar la vida por el ideal en el que creían con toda su alma y todo su corazón.
Es muy difícil imaginar a Miguel Ángel pintando sin pasión; a Cervantes Saavedra o a Neruda, escribiendo con pereza y negligencia.
¿Qué se necesita? Gente que esté dispuesta a hacer las cosas con una enorme pasión y un coraje de orden superior, haciendo de las cosas ordinarias, una obra magistral y extraordinaria.
Pasión en los pequeños detalles
Es el sacerdote que al preparar sus mensajes, busca las frases que enciendan a sus feligreses y los arrastre hacia Dios y, por consecuencia, a una vida mejor en lo personal, lo familiar y lo social.
Es la pasión del político sensible y visionario, que es capaz de ver más allá del clientelismo electoral, para percibir cómo el bien común se va construyendo con su actividad legislativa, sus acciones de gobierno y la conformación de las políticas públicas necesarias para lograrlo.
Se trata de la pasión con la que una madre de familia prepara las cosas del hogar e instruye a los hijos para ser buenos, a pesar de.
La pasión del maestro que subyuga con su palabra y su testimonio a los jóvenes discípulos, animando la construcción de un mundo cada vez más justo y más libre como el que todos merecemos.
Este aprendiz de amanuense considera que ése es el fuego que tiene que arder hoy en día. Es el fuego y la pasión que envuelve el Servicio a los demás, así, con mayúscula.
@voxfides
comentarios@yoinfluyo.com
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen necesariamente la posición oficial de yoinfluyo.com