1) Para saber
“Todas las cosas, absolutamente todas, son vana ilusión”, son vanidad. Así lo dice la Sagrada Escritura en el libro del Eclesiastés. Y el Papa Francisco, comentando este pasaje, nos advierte que la vanidad “es como una osteoporosis del alma”, en que se intenta enmascarar el exterior para ocultar el vacío interior, pues los huesos desde afuera parecen buenos, pero dentro están todos corroídos. Y esto enferma el alma, porque enmascara la propia vida para aparentar, para fingir.
2) Para pensar
Samaniego, escritor español del siglo XVIII, se inspiró en Esopo para escribir sus fábulas. A través de ellas, quiso mostrar enseñanzas morales. Una de las más famosas es la del “Asno disfrazado”.
En ella nos relata cómo un asno encontró una piel de león y discurrió ponérsela para impresionar a su alrededor. Efectivamente, su temible aspecto hacía que todos le huyeran, en el bosque, el prado y en el pueblo. Contento iba el asno creyéndose importante. Sin embargo, un molinero alcanzó a ver la punta de una oreja que se le salía de la piel de león. Tomó entonces un garrote de fierro y a fuerza de palos lo llevó a su casa. Al divulgarse lo que había sucedido, llegaron todos en un instante, y al que habían temido como león reinante, ahora se burlaron de él ferozmente. Y quien más le respetó, ahora más lo despreció. Aprendiendo el asno la lección de conformarse con lo que es, sin pretender engañar a nadie.
3) Para vivir
El Santo Padre advirtió que en el alma pueden producirse dos tipos de inquietudes. Una es “buena, la inquietud que nos da el Espíritu Santo y hace que el alma esté inquieta para hacer cosas buenas. Sin embargo, existe también “la mala inquietud”, la de quien hace el mal y tiene la conciencia sucia y no puede vivir en paz, porque vive con una irritación continua, en una urticaria que no lo deja en paz.Francisco recordó que “el mal tiene siempre la misma raíz: la codicia, la vanidad y el orgullo. Y los tres no dejan la conciencia en paz, sino inquieta y con miedo.
El Papa indicó que la vanidad “nos infla” y “no tiene larga vida, porque es como una burbuja de jabón. ¿Qué ganancia obtiene el hombre por toda la fatiga con la cual se abruma? Se preocupa por aparentar, por fingir, por parecer y, sin embargo, al morir “serás alimento de los gusanos. Y todo este enmascarar la vida es una mentira, porque te comerán los gusanos y no serás nada. Esta es la vanidad”, señaló.
El Santo Padre lamentó que muchas personas que conocemos viven aparentando. “¡Pero qué buena persona! Da grandes ofrendas a la Iglesia. Esto es lo que se ve, pero la osteoporosis es la corrupción que tienen dentro. ¿Dónde está nuestra fuerza y la seguridad, nuestro refugio? El Señor es el camino, la verdad y la vida.
Esta es la verdad, no la máscara de la vanidad”, dijo. Al finalizar su homilía, el Santo Padre pidió “que el Señor nos libere de estas tres raíces de todos los males: la codicia, la vanidad y el orgullo. Pero sobre todo de la vanidad, que nos hace mucho mal”.
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