De las quejas a las bendiciones
Normalmente, todos tenemos algo de qué quejarnos de nuestros gobernantes. Razones hay un montón: la deficiente economía, ausencia de empleos, nulas oportunidades, desigualdades, incompetencias y corrupción. Cierto. Todo esto está como para dibujar la antesala del Apocalipsis. Lamentablemente, en muy pocas oportunidades, se nos ocurre rezar por quienes nos gobiernan.
Mis adorables lectoras y gallardos lectores pueden implorar bendiciones a Alá, a Buda, Krishna o a Mahoma. No le hace, el tema es elevar una plegaria por los políticos que constituyen hoy el timonel del país.
Uno de mis gentiles lectores envió a mi mesa de trabajo un texto que sobre este tema validó el Cardenal Antonio Cañizares el 29 de septiembre pasado, a raíz de lo terribles acontecimientos de los que el mundo ha sido testigo. Atentados, muertes, situaciones y condiciones inhumanas en varias partes del planeta y un larguísimo etcétera.
Precisamente por todo eso, porque además vivimos condiciones singulares y calamitosas, dice Cañizares, es por lo que requieren más de la oración de todos nosotros.
La justificación
Hace algunas lunas, el Papa Francisco comentó que también los políticos pueden ir al cielo… y más de uno de mis lectores emitieron llanto y un crujir de dientes, como si fuera un anuncio del SAT o una nueva visita de Trump. No hay de qué sobre alarmarse.
Rezar, sí, para que Dios ilumine sus decisiones y puedan generar políticas públicas que construyan bien común y tenga como centro de su quehacer a la dignidad de la persona y de todas las personas.
Es orar por quienes nos gobiernan, para que tomen la decisión de ser instrumentos de paz y apostar por la vida humana.
Quienes dirigen el destino de los pueblos requieren de oraciones de sus gobernados, para poner en alto los ideales de paz, de justicia, de solidaridad y de profundo respeto a los derechos humanos, por encima de las realidades pre-construidas de las ideologías disolventes.
Urge rezar por ellos, para que las políticas públicas y las acciones de gobierno amplíen su visión de la justicia social y el respeto y solidaridad con los más pobres, por encima de la reducida mirilla electorera.
Siguiendo la línea propuesta por el Cardenal Cañizares, el escribano sugiere orar para que los gobernantes abran los suficientes espacios subsidiarios y pueda de esta forma generar riqueza para distribuirla y darle al desarrollo, su nuevo nombre: Paz.
Los requerimientos
Los políticos responsables de la Res Pública necesitan las oraciones de las familias que gobiernan, a fin de que los primeros adquieran amplitud de miras, una visión trascendente de su liderazgo público, de la generosidad personal y de conjunto para asegurar el andamiaje suficiente de la libertad, el crecimiento, la riqueza y la abundancia que propicia el bien común.
El cardenal propone un punto fundamental: “La revolución de la libertad en el mundo debe verse completada por una «revolución de oportunidades» que haga posible que todos los miembros de la familia humana gocen de una existencia digna y compartan los beneficios de un desarrollo auténticamente global”.
En efecto, los gobernantes requieren entender, asumir y poner en práctica una visión ultraterrena de su misión. Una misión que traspasa la atención en las siguientes elecciones, cuando lo requerido es centrar la atención del hoy, en la siguientes generaciones.
Cuando esta perspectiva se deja de lado, entonces predominarán los intereses personales o de grupo, las coaliciones para repartir el botín del poder, y festinar la autoridad como instrumento que sujeta y sojuzga los derechos de todos para subordinarlos a las querencias y ambiciones de unos cuantos.
Visto así, ¡qué importante resulta el hecho de rezar por quienes nos gobiernan!
@voxfides
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