El nuevo Papa es jesuita, argentino, es decir latinoamericano. Apenas repuestos de la gratísima sorpresa se empieza a reflexionar este Don del Espíritu Santo. Quien no vea este acontecimiento a la luz de la Fe, seguramente caerá en tópicos convencionales de naturaleza sociológica y hasta aspectos ridículos como lo que dijo Nicolás Maduro, de la secta “indú Sai Baba”: “Chávez movió la mano para que fuera un Papa de Latinoamérica”.
Que sea de Latinoamérica, está vinculado con la profecía del Venerable Paulo VI, quien oportunamente lo llamó el Continente de la Esperanza, en dónde hoy reside más de la mitad de los bautizados católicos. Además Paulo VI, propuso construir la Civilización del Amor, y la asunción al Papado ocurre en el año de la Fe. Con ello queda totalmente armonizada la enseñanza de Benedicto XVI sobre las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Amor.
Para los “jesuitas disidentes” y los “franciscanos disidentes” esta es una lección y una oportunidad de conversión. Señalados como símbolo de esas posturas están el ex jesuita, muerto hace poco Joseph Comblin, y los jesuitas marxistas Ignacio Ellacuría (+) y Jon Sobrino y el ex franciscano Leonardo Boff, que predica y publica locuras.
El nuevo Papa es un vigoroso defensor del celibato sacerdotal. Como en su tiempo Karol Wojtyla, confrontó al régimen comunista ateo en Polonia, Jorge Mario Bergoglio ha confrontado en su ambigüedad a los señores Kirchner por su imitación del modelo del llamado “socialismo del siglo XXI” y la implantación de la “cultura de la muerte”, que sumadas expresan la “dictadura del relativismo”.
Establece como obispo católico un gran contraste con Jerónimo Podestá, obispo renegado que se casó con su secretaria y fundo una “asociación de sacerdotes casados”, así como los escándalos de los obispos Juan Carlos Maccarone y Fernando María Bargalló recientemente, así como el caso de Fernando Lugo de Paraguay, ahora ya defenestrado como presidente. La lista podría ser más larga.
Está llamado a realizar una purificación en la Iglesia y a procurar que entre los jesuitas se restauren las Congregaciones Marianas y las Cofradías del Sagrado Corazón de Jesús, que fueros demolidas y sustituidas por las llamadas “comunidades eclesiales de base” que son el origen de la llamada “iglesia popular” inventada por los progresistas y fuera totalmente desautorizada por Juan Pablo II en el discurso inaugural de la III Celam de Puebla de los Angeles.
Esta “iglesia popular” se metamorfoseó en “iglesia autóctona” en San Cristóbal de las Casas y ahora va galopante hacia una conjetura llamada “espiritualidad post religional”, con aquellos que habiendo lanzado la “teología de la liberación” hace 40 años han llegado ahora a la “liberación de la teología”.
La tarea para el nuevo Papa es muy ardua, pero cuenta con la promesa hecha por Jesús a Pedro en la garantía de que las fuerzas del infierno no podrán contra ella. Ha dedicado su pontificado a la Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia. Sus primeras palabras al salir al balcón de la Basílica de San Pedro son toda una señal de lo que será su Pontificado:
“¡Hermanos y hermanas, Buenas noches! Ustedes saben que el deber del Cónclave es dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo… pero estamos aquí… les agradezco la acogida. La comunidad diocesana de Roma tiene a su Obispo. ¡Gracias! Y primero que nada, quisiera hacer una oración por nuestro Obispo Emérito, Benedicto XVI.
“Recemos todos juntos por él, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo custodie. (Rezó un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria). Y ahora, comenzamos nuestro camino: Obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias (Enseñado así por el Obispo mártir San Ignacio de Antioquía) Un camino de hermandad, de amor, de confianza entre nosotros.
“Recemos por todo el mundo, para que haya una gran hermandad. Auguro que este camino de Iglesia, que hoy comenzaremos y en el que me ayudará mi Cardenal Vicario, aquí presente, sea fructífero para la evangelización de esta ciudad tan bella. Y ahora quisiera darles la bendición, pero primero, os pido un favor: antes de que el Obispo bendiga al pueblo, les pido que recen al Señor para que me bendiga.
“La Oración del pueblo que pide la bendición para su Obispo. Hagamos en silencio esta oración de ustedes por mí. (Después de un momento de silencio, impartió la Bendición ‘Urbi et Orbi’) Hermanos y hermanas, os dejo. Muchas gracias por la acogida. ¡Recen por mí! Nos vemos pronto: mañana quiero ir a rezar a la Virgen para que custodie a toda Roma. ¡Buenas noches y buen descanso!”
Como se puede apreciar, es todo un programa de vida. Demos gracias a Dios por este gran beneficio para toda la Iglesia y para los hombres de buena voluntad.
18MAR13 RS478
@yoinfluyo
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