Constitución asesina

Bastaron cuatro meses para lograr un documento ilegítimo, atropellado, recetario de ideologías y de absurdos jurídicos. Numeralias y estadísticas finales, datos duros del triunfalismo de una asamblea constituyente que ha procesado toneladas de información “que ni las mismas Cámaras del Congreso de la Unión han logrado”, ahora conforman la memoria histórica de esa asamblea de cien diputados cuestionados desde su elección y designación.

La Constitución de la Ciudad de México tendrá vigencia plena a partir del 17 de septiembre. En las 21 sesiones plenarias, siempre al límite de tiempo y en jornadas intensas y apretadas, se debatieron temas polémicos que deberían ser los ejes rectores de un documento que ahora confirma la ideologización que será ley vigente, un documento supuestamente fundamental fue secuestrado por las izquierdas intolerantes, asesinas y absurdas por reconocer derechos en donde no se deberían y no reconocer aquéllos que deberían estar en la norma.

El debate sobre el derecho a la vida no tuvo parangón alguno. La imposición de las mayorías hizo que el primero de los derechos quedara fuera del texto. Lo absurdo se asoma aquí cuando, repasando el texto aprobado, se tienen derechos que dicen confirmar a la Ciudad de México de ser incluyente, solidaria, libre, tolerante, democrática, representativa, garantista y protectora de los derechos humanos; sin embargo, en esas mismas letras carga su condena, encadenándola a los grilletes de la injusticia e inequidad, sobre todo para quienes no se pueden defender.

Las fracciones mayoritarias en la constituyente evadieron la durísima realidad de sangre y crueldad en la Ciudad de México. Realidad que esconde la inmoral figura de la eutanasia y el lucrativo y abominable negocio del aborto, que es peor que el del narcotráfico. Este último, cubierto ahora de benévola licitud y derecho reproductivo a nivel constitucional al evadir el asesinato –en diez años– de más de 170 mil personas en gestación. Pero no se trata exclusivamente de las cifras mortales.

La pírrica victoria de la constituyente sirve de tapadera para cubrir las millonarias rentas de la industria del aborto que enriquecen más y más a unos pocos. En 2014, la Organización Mundial de la Salud declaró que en México podrían producirse 1.5 millones de abortos anuales, cuyas ganancias serían superiores a los 4 mil millones de pesos. El jugoso y lucrativo negocio de muerte beneficia, principalmente, a las farmacéuticas y laboratorios fabricantes de medicamentos para inducir la muerte de seres humanos a los que la ciencia ha confirmado, efectivamente, con capacidad autónoma para vivir y desarrollarse como personas.

¿Qué farmacéuticas y laboratorios son los clientes principales en el sistema de salud de la Ciudad de México? ¿Cómo son invertidos los dineros del pueblo capitalino para beneficiar a estos anónimos mercaderes de la muerte? ¿Los diputados constituyentes saben de este negocio asesino lucrativo que enriquece a pocos y mata a muchos?

Los constituyentes quisieron emular sus largas sesiones e ideologizadas argumentaciones con las de otros grandes Constituyentes de nuestra historia quienes fundaron la nación mexicana. No les llegan ni a los talones. Recordemos esa frase inmortalizada en la historia atribuida a un gran liberal, político, poeta y constituyente de 1857: “Los valientes no asesinan”. A 160 años de la promulgación de la Constitución de 1857 y en el centenario de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que nos rige, estos aniversarios se ensombrecen con la promulgación de un pobre texto a modo y contrario a los principios liberales de justicia e igualdad: ha nacido una constitución asesina que no reconoce lo más valioso para cualquier ser humano aun desde el vientre materno, la dignidad de la vida.

 

 

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