Mientras el mundo noticioso, dominado por las agencias occidentales, se afanaba en lo estridente y coyuntural, como las baladronadas de Trump, en otro lado del planeta se escribía Historia con mayúscula. El Papa Francisco visitaba Egipto, quince días después de los ataques terroristas que sembraron con sangre de mártires cristianos aquellas tierras durante Semana Santa.
Francisco se reunió con los más importantes líderes intelectuales y religiosos de los musulmanes sunitas y se encontró con el Papa de la Iglesia Copta Ortodoxa de Egipto, Tawadros II. Quiero señalar algunos puntos para la reflexión.
1.- Francisco ha profundizado la estrategia planteada por Ratzinger para contrarrestar el terrorismo islamista. Según Benedicto XVI, esas manifestaciones obedecen a una enfermedad de la cual ninguna religión se salva, como tampoco el racionalismo ateo o agnóstico, producto de una deficiencia en el natural diálogo entre razón y fe. La estrategia, entonces, consiste en impulsar el encuentro interreligioso con la parte racional del Islam, en cualquiera de sus múltiples manifestaciones.
2.- El Papa asistió a la Conferencia Internacional para la Paz, organizada por la Universidad Al-Azhar de El Cairo, uno de los centros intelectuales y teológicos de más influencia de los sunníes, bajo el liderazgo del Gran Imán Ahmed al-Tayeb. Del encuentro surgió una condena inequívoca contra el uso de las religiones y el nombre de Dios para justificar la violencia y el terrorismo, manipulación considerada una auténtica blasfemia. Por la presencia de diversos y muy importantes líderes religiosos del mundo, y el lugar del encuentro, podemos comprender la trascendencia del evento, cuyos frutos veremos en las décadas por venir.
3.- En su discurso, uno de las más importantes de cuantos haya pronunciado, Francisco habló con claridad ratzingeriana de la importancia de la educación en la formación de los jóvenes, la cual debe ser: acorde a la naturaleza del ser humano como un ser abierto y relacional; entendida no solamente como un problema técnico, sino principalmente de humanidad, por lo que debe centrarse en la dignidad de cada ser humano, “valioso a los ojos de Dios, y en una ética que sea digna del Hombre, rechazando el miedo al otro y el temor de conocer a través de los medios con los que el Creador lo ha dotado”.
4.- La educación debe formar personas capaces de construir la “civilización de la paz y del encuentro” y de emprender un intenso diálogo interreligioso sustentado en el “deber de la identidad, la valentía de la alteridad y la sinceridad de las intenciones”, para buscar la verdad de nuestra humanidad, en respeto a los derechos y libertades fundamentales, especialmente la libertad de religión.
5.- Francisco también advirtió de dos paradojas que lastran el camino de paz y encuentro. La primera, mientras “por un lado, se tiende a reducir la religión a la esfera privada, sin reconocerla como una dimensión constitutiva del ser humano y la sociedad”, por otro, “se confunden la esfera religiosa y la política sin distinguirlas adecuadamente”. Con elegancia y valentía, puso sobre la mesa las enormes limitaciones de los países occidentales para entender el mundo de hoy, reduciendo la realidad a lo inmediato e inmanente, así como las dificultades del mundo musulmán para sacudirse la tiranía de los intereses políticos dominantes.
6.- La segunda paradoja es que: “mientras, por un lado, nos alejamos de la realidad de los pueblos en nombre de objetivos que no tienen en cuenta a nadie, por el otro, como reacción, surgen populismos demagógicos que ciertamente no ayudan a consolidar la paz y la estabilidad”. Y con esto Francisco fue mucho más allá de la miope intelectualidad occidental, tan autorreferencial, al relacionar claramente la “globalización de la indiferencia”, tan propia de Occidente, con las reacciones que incitan a la violencia verbal y efectiva así en el corazón de las democracias occidentales, como en diversos rincones del planeta, por ejemplo, en Medio Oriente.
7.- Si la información disponible es correcta, entonces la Iglesia no se ha equivocado. El encuentro en la Universidad Al-Azhar abre una sólida oportunidad para la paz y el diálogo, frente a la ideología wahabita promovida por Arabia Saudita la cual, según expertos, está en la base del islamismo violento. Por cierto, uno de los aliados más importantes de Estados Unidos y Europa. ¿Explicará esto, en parte, su silencio cómplice e inacción frente al genocidio sufrido por los cristianos en Medio Oriente? La próxima semana abordaremos el encuentro ecuménico.
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