1) Para saber
Si consultamos los horóscopos o buscamos por otro medio descifrar nuestro destino, es que hemos empezado a tocar fondo, dice el Papa Francisco. Significa que nos hemos soltado de la cuerda salvadora que nos ofrece Jesús, su Palabra, y buscamos otra soga supuestamente más segura.
Cuando el Señor permite que Pedro camine sobre las aguas y se dirija hacia Él, el apóstol deja de mirar a Jesús y se comienza a hundir. Ya no se fía de la Palabra del Señor y viendo que el viento era fuerte, se hunde. Y es que la fe en el Señor no nos quitará las “tormentas de la vida” abriéndonos un camino donde todo es fácil y tranquilo, sino que lo que la fe nos da es la seguridad de su Presencia que nos lleva a superar las tormentas existenciales, nos da la certeza de una mano que nos aferra para ayudarnos a afrontar las dificultades, indicándonos el camino también cuando hay oscuridad.
2) Para pensar
Tres mujeres ancianas cristianas iraquíes supieron sostenerse en la fe en circunstancias muy difíciles. Pudieron sobrevivir al terror de la guerra. Se trata de Cristina Ayabu, de 95 años de edad, su amiga Kamala, de 87, y Hanna, una mujer septuagenaria, que nos dan un ejemplo de fe y entereza humana.
Su población había caído en poder del grupo extremista ISIS, que se distingue por su crueldad. Por ello todos huyeron, pero las tres mujeres fueron abandonadas por sus vecinos. No obstante, sobrevivieron a los bombardeos químicos con gas, a los francotiradores del ISIS, a los fanáticos islamistas y a los saqueadores.
Las tres quedaron atrapadas en el pueblo, escondidas entre las ruinas, mientras los yihadistas saqueaban y destruían todo. Permanecieron escondidas sin comida y sin agua. Una vez las descubrieron, por los asesinos del Daesh, y estuvieron a punto de matarlas para evitar que revelaran la identidad de muchos de ellos, pero uno dijo: «No merece la pena gastar balas», mientras las golpeaba con su rifle. De un violento tirón les arrebataron sus collares, el crucifijo y algunas joyas de oro. «Fue un milagro –dice Cristina haciendo aspavientos con los brazos– que no me matara para que no le delatase».
Cuando se reconquistó la población, ellas llevaban una semana sin comer y sin apenas agua, ocultas en un sótano, a oscuras, con la esperanza de que los yihadistas no llamaran a su puerta. Las tres estaban demacradas, consumidas por el hambre y paralizadas por el miedo. Sin embargo, por gracia de Dios y su fe recia se sostuvieron y no se hundieron.
3) Para vivir
Dice el conocido refrán que “Dios aprieta pero no ahorca”. Es decir, se pueden pasar situaciones difíciles, pero no imposibles de superar. Por ello la fe “no es un escape a los problemas de la vida, sino que sostiene en el camino y le da un sentido”, afirma el Papa.
Quien está débil de fe, es fácil que caiga en supersticiones. Con Cristo estamos seguros, a pesar de nuestras miserias y debilidades, sobre todo cuando nos ponemos de rodillas y adoramos al Señor, como los discípulos.
San Josemaría nos recuerda: “Todo es posible para el que cree”, son palabras de Cristo. ¿Qué haces, que no le dices con los apóstoles: ¡Auméntame la fe!?” (Cfr. Camino, n. 588).
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