1) Para saber
Con motivo del pasaje bíblico de la muerte del Rey David, el Papa Francisco reflexionó al respecto: “Nosotros no somos ni eternos ni efímeros: somos hombres y mujeres en camino en el tiempo, tiempo que comienza y tiempo que termina sobre la muerte”.
Pensar en la muerte, lejos de atemorizarnos, puede ayudarnos para apreciar mejor la vida. Saber que aquí en la tierra nuestro tiempo es limitado, nos ayuda para no desperdiciarlo, ni “matar el tiempo”.
En los últimos años de vida de Galileo, cuando estaba ya ciego, un visitante le preguntó cuántos años tenía. El científico le respondió: “Seis o siete. Los que me puedan quedar de vida, pues ya no tengo los pasados; así como ya no tengo el dinero que he gastado, sino el que me queda”.
2) Para pensar
El Santo Padre afirmó que el pensamiento de la muerte “nos salva de la ilusión de ser dueños del tiempo… “la muerte es un hecho… y antes o después llega”. No podemos escapar de ella. Al respecto hay un cuento que ilustra lo inexorable de esta realidad.
Sucede en la Jerusalén antigua, donde reinaba Salomón. Un criado del rey fue al mercado a comprar comestibles. Y al dar vuelta en una esquina se encontró frente a frente con la muerte, la cual lo reconoció y lo miró muy sorprendida. El criado, impresionado y temeroso, inmediatamente salió corriendo hacia el palacio y le pidió al rey le prestara el caballo más veloz, pues quería huir de la muerte. El rey accede a su petición y el criado salió despavorido hacia el norte, cabalgando hacia Damasco.
Después de mucho cabalgar, el día empieza a ponerse, pero el criado se ha empeñado en llegar a las puertas de Damasco al ponerse el sol. Parece que no lo va a lograr, pero obliga al caballo a que ponga todo el esfuerzo que pueda. Y cuando parece que está a punto de ponerse el sol, el criado consigue su objetivo, logra llegar a las puertas de Damasco. Sin embargo, cuál va siendo su sorpresa que justo en las puertas de Damasco está de pie la muerte esperándolo.
Rendido y ya sin posibilidad de escapar, se resigna y baja del caballo. Se dirige a la muerte y le dice: “Has ganado, puedes llevarme. Sólo tengo una duda. ¿Por qué te sorprendiste tanto en el mercado al verme?”. A lo que la muerte le contesta: “Efectivamente, me sorprendí mucho al verte ahí. Yo tenía órdenes de recogerte hoy mismo en las puertas de Damasco al ponerse el sol y pensé que nunca lo lograrías. Pero lo conseguiste. ¡Vámonos!”.
3) Para vivir
En una ocasión le preguntaron a la santa Madre Teresa de Calcuta qué pensaba de la muerte. La santa contestó: “Morir es volver a la casa de Dios. Nada más.” Y volvieron a preguntar: “Su muerte, ¿cómo la espera?” La madre contestó: “Veré a Jesús. Iré a la casa de Dios. Nada especial. Un día recogí de la calle a un hombre lleno de gusanos. Lo llevamos a nuestra casa y lo limpiamos. Fue necesario trabajar durante tres horas. Al acabar, aquel hombre nos miró y nos dijo: “Hermanas, voy a la casa de Dios”. Y murió con una maravillosa sonrisa en los labios. Esto es la muerte”, concluyó la Madre Teresa.
El Papa Francisco terminó invitándonos a “rezar y pedir la gracia del sentido del tiempo” y a repetir frecuentemente: “Yo no soy el dueño del tiempo”, lo cual puede ayudarnos.
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