Anacleto González

Anacleto González Flores, el desconocido

Los santos y los beatos se proponen al pueblo católico para un culto ha llamado de dulía, un culto de veneración muy diferente al que se le da a la Santísima Trinidad.


El pasado lunes 29 de julio, la Conferencia Episcopal Mexicana anunció, con gran alegría (son sus propias palabras), que la Congregación Vaticana para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos aprobó al Beato Anacleto González Flores, uno de los laicos más destacados de la persecución conocida como la Cristiada, como patrono de los laicos mexicanos.

A más de 90 años de su muerte, sin embargo, para el común de los feligreses católicos e incluso para los llamados “laicos comprometidos”, el “maestro Cleto” es bastante desconocido. Tal vez los más cultos recuerden que forma parte del grupo de mártires beatificados y canonizados recientemente y que padecieron durante la mencionada guerra cristera. Pero poco más sabemos de él. ¿Cómo fue su vida? ¿Cuáles fueron las actividades que merecen que se le considere patrono de los laicos mexicanos? ¿Cómo y por qué razones fue su martirio? Pregunte usted a los laicos de una parroquia, a los catequistas, a los miembros de diversos movimientos especializados de laicos y, a menos que hagan una consulta en Google, difícilmente le podrán dar una respuesta. Me consta: en una breve encuesta entre algunos conocidos, la respuesta es la que le estoy comentando.

Es muy importante entender por qué razones el episcopado mexicano ha propuesto a este beato como patrono de nosotros, los laicos de México. Los santos y los beatos se proponen al pueblo católico para un culto ha llamado de dulía, un culto de veneración muy diferente al que se le da a la Santísima Trinidad. También se autoriza a que se les pida que intercedan por nosotros, recordando que, del mismo modo que podemos pedir a nuestros hermanos vivientes que oren por nuestras necesidades, también podemos pedir a nuestros hermanos difuntos que recen por nosotros. En particular a aquellos hermanos difuntos que tuvieron una vida ejemplar. Como es el caso de Anacleto González Flores.

Este es el segundo aspecto hay que tomar en cuenta. Al pedir los obispos mexicanos que el beato Anacleto sea patrono de nosotros los laicos, se nos está proponiendo su vida como un ejemplo del modo como deberíamos ser en muchos aspectos de la vida de este país.

Obviamente, si no conocemos su vida, si no conocemos las virtudes que ejercía de modo heroico, difícilmente puede ser un ejemplo para nosotros.

Anacleto González Flores fue un hombre de origen humilde, empeñado en aprender lo más que pudiera y prepararse sobre todo en los aspectos de nuestra religión, para lo cual estudió filosofía y teología en el seminario de su región, aun teniendo muy claro que su vocación no era la sacerdotal. Continúa estudiando, se gradúa como abogado y se aplicó con un gran interés a las cuestiones políticas y sociales, particularmente importantes en su tiempo, donde los llamados “jacobinos”, sector de la familia revolucionaria, se habían empeñado en limitar al mínimo la acción de la Iglesia Católica.

Pero su crítica, que la tuvo y muy bien fundamentada hacia los gobernantes, la tuvo también hacia los seglares de su tiempo, a los que consideraba “encerrados en su templo” y desentendiéndose de los problemas que el país. En su acción hacia el gobierno actuó con el concepto de la no violencia, lo que le hizo merecer el apodo de “el Gandhi mexicano”, organizando marchas y boicots para resistir la persecución que se iniciaba.

También desarrolló una organización llamada la Unión Popular, con la cual multiplicó sus esfuerzos a través de otros colaboradores. Algo que nos hace mucha falta entre los laicos mexicanos, a quienes nos cuesta trabajo colaborar unos con otros. Hacia el final de sus días, ante la persecución abierta a la Iglesia, él apoyó el movimiento armado. Sin ser combatiente, participó en funciones de apoyo ocultando algunos de los perseguidos, seglares o miembros del clero, y mediante la transmisión de información a los dirigentes del levantamiento.

Por cierto, nuestro nuevo patrono fue también un comunicador católico. Escribió varios libros y una gran cantidad de artículos, así como creó periódicos que llegaron a tener un tiraje importante para la época. De manera que el maestro Cleto puede considerarse también como el patrón de los comunicadores católicos mexicanos. De hecho, hasta la víspera del día de su muerte estuvo escribiendo artículos sobre diversos temas políticos y sociales.

¿Qué nos toca hacer ante este nombramiento? Desde luego, conocer y dar a conocer los hechos y las virtudes que lo llevaron a ser beatificado y nombrado patrono de los laicos mexicanos. Buscar, analizar y difundir los documentos que creó sería uno de los medios. Una posibilidad sería crear una página donde se recogiera la investigación que se hizo sobre el ahora patrono para justificar su nombramiento. Seguramente hay una gran cantidad de documentos, testimonios, y análisis sobre su vida y sus actitudes, de los cuales podríamos aprender mucho.

Es también importante entender y conocer cuáles son los mensajes que los obispos mexicanos están dando a los laicos mexicanos con este nombramiento. Hay un mensaje que Dios nuestro Señor nos está mandando a través de este anuncio. Es importante entenderlo y llevarlo a cabo. No nos podemos quedar sólo con tener un patrono más para pedirle su intercesión. Verlo así, sería ir contra de los conceptos del propio Anacleto que no quería vernos a los laicos encerrados en los templos y dedicados exclusivamente a nuestras oraciones.

 

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