Lo que debería importar a la sociedad son la familia y Dios, porque son la base en la que se pueden construir sociedades con valores y principios, de esto se han olvidado la mayoría de las personas.
Los padres o madres del mismo sexo son la forma menos natural de todas las formas de familia.
Hace mucho tiempo, todos teníamos significado: sabíamos que teníamos significado porque nuestra mamá y nuestro papá nos lo decían, un Dios que nos ama y una sociedad que nos necesitaba.
El domingo, afuera de la Iglesia, estaban unos pequeños niños pidiendo limosna en la puerta, aunque mucho más allá estaba sentada en la banqueta una mujer también pidiendo limosna. Algunas personas que pasaban cerca se compadecían, le daban a alguno una moneda y seguían su camino.
Hoy, la gran mayoría de las personas, no sólo esos menores limosneros y quien los cuidaba, quizá su madre, pueden contar solo con los dedos de una mano, el número de personas cuya vida sea alterada quizá sólo por unos minutos, cuando ellos mueran. En la mayoría de los casos se percibe que a casi nadie le importamos realmente.
¿Qué está pasando?
Hemos creado una sociedad en la que a casi nadie importa lo que realmente hace felices a las personas, que es: la familia, Dios y una comunidad alrededor con quienes compartimos, trabajamos, progresamos. Todo esto está rápidamente desapareciendo, hoy hay mucho más individualismo.
Con la indiferencia a la familia de padre-madre-hijos, a la Iglesia y a una sociedad solidaria a nuestro alrededor, las razones que las personas tenían tradicionalmente para su propia existencia están en peligro de quedarse en el pasado.
El resultado es predecible: cada vez hay más personas que sienten desolación, depresión, ansiedad, abatimiento, abuso de drogas y muerte. En un artículo periodístico leemos: “La epidemia de la soledad en EEUU ya es un negocio. Iniciativas ofrecen comprar abrazos, paseos en compañía de ‘actividades familiares’ a adultos solitarios. Más de la mitad de los adultos creen que nadie los conoce realmente. Las autoridades dicen que sentirse solo, perjudica lo mismo que fumar 15 cigarrillos diarios.” (El País, 25 agosto, 2019, pág 21).
Pensemos por un momento en lo que pasa también en esta sociedad en que vivimos y en el bienestar de los niños y niñas, cómo es que podamos comprender que hoy está legalmente permitido que dos personas del mismo sexo se unan legalmente en lo que ellos llaman “matrimonio” y que además puedan adoptar a uno o más menores para su crianza.
La noticia que acaba de salir en los medios de comunicación el día 26 de agosto es la siguiente, pero antes, quiero hacer notar que, de lo que no se habla jamás, es del bienestar de los menores afectados por estas decisiones políticas, para ellos, la adopción de menores es solamente “el tema” que se propone para su aprobación:
“Toluca. – Por falta de consenso entre los diputados integrantes de la comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales en el Congreso del Estado de México, no avanzó la legalización de los matrimonios igualitarios y su análisis pasará al cuarto periodo ordinario de sesiones, confirmó la diputada Mercedes Colín Guadarrama (PRI). La también presidenta de la comisión encargada del tema admitió que es el término “matrimonio” el que mantiene divididas las opiniones de los diputados de Morena, PAN, PRI, PRD y PT, además que algunos de los legisladores insisten en que sean convocadas agrupaciones de la comunidad LGBTTTI para conocer “de viva voz” si es verdad que están a favor de sacar de la discusión el tema de las adopciones”. (C. González, El Universal)
Un sacerdote católico, fr. Paul Sullins, exprofesor de sociología de la Universidad Católica de América ha dado varias conferencias sobre “el impacto en los niños de la parentalidad por personas del mismo sexo”.
Este investigador dice en primer lugar que hoy “existe una guerra contra el matrimonio”. Citando al papa Francisco: “Esta guerra no es una guerra con armas, sino una guerra de ideas. Es una colonización ideológica que está tratando de destruir a la familia con esfuerzos para redefinir la misma institución del matrimonio”.
Continúa fr. Sullins: “Este ataque a la familia está basado en una demoníaca ideología de género que niega la orden de la creación expresada en la complementariedad de varones y mujeres”.
El matrimonio sólo existe entre un varón y una mujer quienes “se comprometen en una relación natural, conyugal y sexual ordenada por un convenio designado a asegurar su mutuo bien y la procreación y educación de sus hijos. Ellos se dan a sí mismos mutuamente en su totalidad, exclusividad y permanencia”.
Una de las primeras figuras que escribió sobre el “matrimonio” homosexual, Evan Wolfson quien publicó el libro Por qué importa el matrimonio (2003) definió el matrimonio contrariamente a las enseñanzas de la Iglesia Católica o de la naturaleza como “una relación de interdependencia emocional y financiera entre dos personas legitimada por un compromiso público”.
Esta definición es notoria porque fue exactamente el lenguaje usado en 2018 durante el fallo que legalizó el “matrimonio” homosexual en California y más tarde ante la Suprema Corte de EEUU durante la decisión que legalizó este “matrimonio” en todo ese país.
Fr. Paul Sullins ante esto, dice: “El matrimonio conyugal de varón-mujer concibe que los derechos de los adultos estén en segundo lugar ante las necesidades de los menores, mientras que un “matrimonio” en la ‘relación comprometida’ de personas del mismo sexo, por el contrario, antepone los deseos de los adultos ante las necesidades de los menores”. Es decir, en esta relación, los niños son ‘externos’, son sólo un agregado, un deseo o capricho, de allí que “la parentalidad del mismo sexo no puede llegar a satisfacer lo que es mejor para los menores”.
La enseñanza católica afirma que dichas sociedades tienen mucho menos posibilidades de proveer hogares satisfactorios de crianza para los niños y las niñas. Y continúa Sullins: “Como ha mostrado la experiencia, la ausencia de complementariedad sexual en uniones del mismo sexo crea muchos obstáculos en el desarrollo normal de los niños y niñas que son colocados al cuidado de dichas personas. Estos niños serán privados de la experiencia ya sea de paternidad o de maternidad… en un ambiente que no los conduce a su completo desarrollo humano”.
El papa Francisco declara: “Los niños maduran viendo a su padre y a su madre; su identidad madura al confrontar el amor que se tienen su padre y su madre, percibiendo su diferencia”.
Sullins lo sigue y dice: “En el plan de Dios, cada niño y cada niña debería recibir el cuidado de las dos personas de cuyo amor conyugal ese niño es la expresión”. En Amoris Laetitia leemos: “Tanto la madre como el padre, ambos son necesarios para su desarrollo integral y armonioso”.
Sullins utiliza gráficas de estudios de investigación elaborados sobre las dificultades emocionales en los menores criados por padre y madre y otros criados por padres o madres lesbianas o gays.
Por falta de espacio en este breve artículo sólo mencionaré los porcentajes de problemas emocionales en menores de edad comparando familias del mismo sexo y del sexo opuesto (1997-2013) expuestos por Sullins en niños norteamericanos:
Problemas emocionales en menores de edad (porcentajes):
– Criados por padre y madre biológicos casados: 4.9%
– Criados por familia sustituta o con padrastro o madrastra: 8.2%
– Parejas en cohabitación: 9.5%
– Padre o madre soltero: 9.9%
– Pareja de personas del mismo sexo: 17.7%
Los resultados son bastante claros.
1) Los niños y niñas criados por su padre y madre tienen menor riesgo de problemas emocionales que aquellos con dos padres o dos madres del mismo sexo.
2) La salud emocional es muchísimo mejor en niños y niñas con padres biológicos casados como enseña la Donum Vitae. La salud emocional es peor en niños criados por parejas del mismo sexo.
Siguiendo a Sullins, “la sociedad actualmente tiende a alejarse de hogares con padre y madre biológicos presentes en la vida de los niños y hoy nos movemos hacia padres heterosexuales separados, recombinados, inestables o solteros”, lo cual es menos consistente con el designio de Dios.
“Los padres o madres del mismo sexo son la forma menos natural de todas las formas de familia”. Esto es una tendencia de lo más natural, hacia lo menos natural”.
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de voxfides.com