1) Para saber
La Navidad es la fiesta de la infinita Misericordia de Dios, decía san Agustín. El papa Francisco lo recordó para invitar a vivirla, con una actitud de gratitud por recibir misericordia y de conversión para vivirla.
En un mensaje navideño, el papa Francisco se dirigió a la Curia Romana haciendo un acróstico en italiano con la palabra “misericordia”. Con cada una de sus letras nos aconseja una virtud.
2) Para pensar
El acróstico de misericordia es el siguiente:
Con la letra “m”, nos propone la “misionariedad”. Sabernos con una misión en la vida dada por el Buen Pastor. Nuestros actos serán fecundos si contribuyen a esa misión.
Respecto a la letra “i”, señaló la “idoneidad y sagacidad”. Es preciso esforzarnos en prepararnos para cumplir correctamente nuestros deberes, con sagacidad, sabiduría y creatividad. Advirtió que la idoneidad es contraria a las recomendaciones y los sobornos.
La letra “s” la asignó a “spiritualità” (espiritualidad). Podemos crecer en espiritualidad dedicando un tiempo para Dios y así vernos protegidos de las tentaciones.
Francisco asignó la letra “e” a la “ejemplaridad y fidelidad”. Seamos ejemplo y fieles a nuestra misión, evitando los escándalos que hieren las almas y amenazan la credibilidad de nuestro testimonio.
La “r” corresponde a “racionalidad y amabilidad”. Hemos de obrar con nuestra razón, alimentada por la verdad, evitando los excesos emotivos. Pero sin olvidar ser amables.
La segunda “i” la asignó a la “inocuidad y determinación”. La inocuidad nos hace cautos en el juicio, para no obrar por impulsos. Con la determinación nos decidimos obedecer a Dios en todo.
La “c” corresponde a “caridad y verdad”. Vivir la caridad en la verdad y decir la verdad con caridad. Han de ir siempre unidas.
La “o” es de “onestà e maturità” (honestidad y madurez). Obrar con rectitud, sinceridad y coherencia. La madurez es el esfuerzo para alcanzar una armonía entre nuestras capacidades físicas, psíquicas y espirituales.
La segunda “r” del acróstico corresponde a “respetuosidad y humildad”. Respetar a los demás, al propio cometido, a los superiores y subordinados; saber escuchar atentamente y hablar educadamente. Con la humildad sabemos que sin Dios no poder hacer nada.
La letra “d” fue asignada a “dadivosidad”. Lo seremos si tenemos confianza en Dios y en su providencia, sabiendo que cuanto más damos, más recibimos.
La última “i” corresponde a “impavidez y prontitud”. Somos impávidos si no nos dejamos intimidar por las dificultades como David frente a Goliat. Con agilidad, sin apegarse a las efímeras cosas materiales, sin encerrarse en uno mismo.
La última letra del acróstico, la “a”, la asignó a “atendibilidad y sobriedad”. El atendible sabe mantener los compromisos con seriedad e irradia una sensación de tranquilidad, porque nunca traiciona la confianza que se ha puesto en él. La sobriedad capacita a renunciar a lo superfluo para centrarnos en lo esencial.
3) Para vivir
El Santo Padre alentó a profundizar, enriquecer y completar la lista propuesta. Con motivo del año nuevo podemos tomar algunos consejos, hacer nuestra propia lista y tener algo concreto en qué luchar.
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