Arrepentimiento y dolor

Las Bienaventuranzas (III), la belleza del llanto

1) Para saber

“Qué apocado ha de ser el que no soporta el dolor del otro”. Con esta frase el escritor búlgaro Elías Canetti, premio Nobel de literatura en 1981, invitaba a tener un corazón grande que sepa condolerse. Pues dolerse y unirse a una persona que sufre, es una forma de mostrarle el amor. A este dolor se refiere la segunda de las Bienaventuranzas en que ahora reflexionó el papa Francisco: “Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados”.

En la Sagrada Escritura el llanto se presenta ocasionado por la muerte o el sufrimiento de alguien. Cuando ese alguien es Dios a quien hemos ofendido con un pecado, ese llanto es un dolor sobrenatural. Es benéfico y purificador, pues procede del amor.

Sin embargo, ante el dolor ajeno, también hay quien permanece distante, lo cual indicaría falto de amor. Se pregunta el papa Francisco: “¿Se puede amar de forma fría?” y responde: No, ciertamente no. Por ello hay que despertar a quien esté dormido, a quien tiene un corazón de piedra que ya no llora y es insensible ante el dolor ajeno.

2) Para pensar

San Juan Crisóstomo fue un obispo que nació en Antioquía (Siria) en el año 347. Al ser un gran predicador le pusieron de sobrenombre “Crisóstomo” que significa: “boca de oro”.

Era patriarca de Constantinopla y fue acusado injustamente ante el emperador Arcadio, quien consultó a sus cortesanos cómo podía hacerle el mayor mal. Uno aconsejó el destierro; otro que le quitara sus bienes o lo metiera en la cárcel; otro que lo matara. Pero el más listo habló así: “Están equivocados, esos castigos no sirven. ¿El destierro?, para él no hay lugar donde no habite el Señor. ¿La cárcel?, ahí puede orar y sufrir por el Señor, como lo desea. ¿Confiscarle sus bienes?, el regala todo a los pobres. ¿Matarlo?, le abriríamos el Cielo como mártir” Y le dijo al Emperador: “Sólo una cosa teme. Si quieres vengarte de ese hombre, haz que cometa un pecado. Es lo único que teme, pero es imposible forzarlo a pecar”.

Al final se condenó al destierro. San Juan respondió: “Ustedes creen vengarse de su enemigo y más bien son ustedes los que se atormentan”. El santo murió por los maltratos y sufrimientos.

San Juan Crisóstomo había entendido que el pecado es el único verdadero mal. El papa Francisco afirmó que es una gracia entender que, bien mirado, el pecado es un regalo de Dios. Cuando se entiende, viene el llanto del arrepentimiento. Por ello decía ese santo: “Avergüénzate cuando peques, no cuando te arrepientas”.

3) Para vivir

Una falta cometida nos puede causar dolor. Pero si sólo es por habernos equivocado, sería orgullo. En cambio si el dolor viene por ser una traición a un Dios que nos ama tanto, ese dolor es bendecido y ¡Bendito Dios si vienen las lágrimas!, dijo el papa.

Por ello se puede hablar de un bello dolor, del que llora sus pecados. Es la belleza del arrepentimiento que recibirá el consuelo del Espíritu Santo y la ternura de Dios que perdona siempre y todo. El problema está en nosotros, que nos cansamos de pedir perdón, nos encerramos en nosotros mismos y no pedimos perdón.

Que el Señor nos conceda amar en abundancia, de amar con la sonrisa, con la cercanía, con el servicio y también con el llanto.

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