1) Para saber
Comenzó la Cuaresma que, como su palabra indica, son cuarenta días de preparación para celebrar el misterio Pascual, la obra de salvación llevada por Jesucristo. Como suele suceder todos los años, el papa Francisco escribió un mensaje para reflexionar estos días. En él nos recuerda que la Pascua de Jesús no es sólo un acontecimiento del pasado, sino que siempre es actual, pues por el poder del Espíritu Santo nos podemos ver beneficiados hoy en día.
Por eso podemos volver continuamente a este Misterio, con la mente y con el corazón, y ser enriquecidos de sus frutos al experimentar la misericordia de Dios.
Pero, ¿cómo lograr experimentar la misericordia de Dios? El papa Francisco responde diciendo que lo principal es ponernos en relación con Dios a través de un diálogo de corazón a corazón, con ese Dios que me amó y se entregó por mí. Gracias a la oración, el Señor llega a tocar la dureza de nuestro corazón para convertirlo cada vez más a Él.
2) Para pensar
Cabría preguntarse, ¿por qué la Cuaresma es precisamente de cuarenta días? Hay que remontarse al Antiguo Testamento, donde encontramos que el número cuarenta es simbólico y representa los periodos más destacados en que se vivieron experiencias de fe.
En la Sagrada Escritura encontramos, por ejemplo, que fueron cuarenta días y cuarenta noches el tiempo en que estuvo lloviendo en el Diluvio Universal. Noé espera cuarenta días, antes de llegar a tierra firme. También Moisés permanecerá en ayuno en el monte Sinaí por cuarenta días y cuarenta noches, para acoger la ley. Y al sacarlos de Egipto, son cuarenta los años del viaje del pueblo judío hasta instalarse en la Tierra Prometida, periodo en que experimentaron la fidelidad de Dios.
A su vez, el profeta Elías emplea cuarenta días para llegar al Horeb, para encontrarse con Dios. Durante cuarenta días los ciudadanos de Nínive hacen penitencia para obtener el perdón de Dios.
Jesús quiso también prepararse antes de comenzar su vida pública, y se retiró al desierto y ayunó durante cuarenta días (cf. Mt 4,2). Significa, pues, un tiempo de espera, de purificación, de vuelta al Señor, de conversión.
3) Para vivir
Aunque la muerte de Cristo es dolorosa, en su visión conjunta, donde se incluye su Resurrección, es causa de alegría, pues por Él fuimos salvados y reconciliados con Dios. Cristo, aunque murió, vive y reina por todos los siglos. La Iglesia no deja de anunciar esa Buena Noticia, que es el llamado “kerygma”. En él, dice el papa Francisco, se resume el Misterio de un amor “tan real, tan verdadero, tan concreto, que nos ofrece una relación llena de diálogo sincero y fecundo”.
El papa Francisco nos invita a contemplar: “Mira los brazos abiertos de Cristo crucificado, déjate salvar una y otra vez. Y cuando te acerques a confesar tus pecados, cree firmemente en su misericordia que te libera de la culpa. Contempla su sangre derramada con tanto cariño y déjate purificar por ella. Así podrás renacer, una y otra vez”.
No dejemos pasar en vano este tiempo de gracia y como nos dice san Pablo, y fue el lema de la carta del papa: “En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios” (2 Co 5, 20).
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