“¿Reparamos en la diferencia que existe entre el barro y la roca? Al barro, cualquier lluvia lo diluye, cualquier torrente lo lleva por las mil veredas de los caminos, cualquier bache del terreno lo transforma en un charco…La roca se mantiene firme frente a las tempestades, se levanta como un baluarte después de la tormenta, como un desafío al mar y a la impetuosidad de las olas”. (Dr. Rafael Llano C.)
Esta es la manera en que comienza a hablar un doctor en Derecho Canónico sobre la “fortaleza”, y pregunta: “¿A qué clase de hombres (y mujeres) pertenecemos? ¿Somos inconsistentes como el barro o sólidos como la roca?”
El mundo cristiano o no, se dio cuenta de que este pasado fin de semana se conmemoró el gozne de la historia, cuando con la Muerte y Resurrección de Cristo Jesús comenzó una nueva época en la existencia humana. Es recapitulado anualmente con la transición de la sombría temporada de Cuaresma, a la alegría de la Pascua. Y ya que muchos de nosotros estamos atrapados en una cuaresma que parece no tener fin, la Pascua sin embargo aparece mientras Cristo se introduce en la historia de la humanidad al principio casi sin ser notado, más allá de las costas de Galilea y la Ciudad de Jerusalén.
Una vez más estamos necesitados de una perspectiva. El salmista escribe: “Porque el Señor es bueno: su misericordia es eterna, y su fidelidad por todas las generaciones” (Sal. 100), pero esto no significa que el mundo ofrezca soleadas e iluminados caminos. La historia de la cristiandad nos muestra no sólo retrocesos, sino fracasos y colapso en algún tiempo y lugares. Simplemente pensemos en aquellas tierras lejanas del Medio Oriente y qué ha pasado con el cristianismo (v.gr The Lost History of Christianity: The Thousand Year Golden Age of the Church in the Middel East, Africa and Asia –and How it Died. Philip Jenkins)
Y ¿nos hemos preguntado sobre el liberalismo occidental y sus orígenes? Cuando a partir del siglo XV, la cristiandad revolucionó la moralidad del viejo mundo occidental al alabar la dignidad del ser humano individual hecho a imagen de Dios, sin importar sexo, clase, raza, nacionalidad, riqueza o poder. Y en segundo lugar, los ingredientes para el surgimiento de sociedades libres fundadas en igualdad de derechos humanos limitando el poder del gobierno, todo esto estuvo presente en el mundo occidental antes de la llegada de la “modernidad”.
Esencialmente, debemos tener en mente que la Cristiandad –precisamente a través del poder redentor de la Crucifixión y la Redención –dio al mundo un nuevo entendimiento del Amor. Especialmente en la temporada de Pascua, debemos apuntar nuestro pensamiento a lo que significa obedecer en los Mandamientos, que debemos amarnos los unos a los otros. (v.gr. The Four Loves, C.S. Lewis)
“Dios creador del ser humano, no nos ha declarado antropológicamente cómo somos, pero sí, éticamente, cómo debemos comportarnos si queremos ser de verdad lo que somos. Por eso, todo hombre bien constituido se reconoce a sí mismo en ese código ético en el que coinciden, según C.S. Lewis, las grandes civilizaciones de la historia: ocurre, como también él mismo asegura, que en el cristianismo se encuentra expresado con más claridad y precisión que en otras religiones.” (Los Fantasmas de la Sociedad Contemporánea. Carlos Llano C.)
Si hemos de hablar de vencer los obstáculos, en principio deberemos hablar de cómo ser fuertes, sobre todo en este tiempo en que, por un tremendo virus, parece que el mundo se nos viene encima. El primer autor mencionado, nos dice que, ante la necesidad de fortaleza, surge la presencia generalizada de la debilidad en lo más íntimo de la persona humana, ésta nos rodea, nos invade, tiende a tomar posesión de nosotros, reconocemos que somos extraordinariamente vulnerables. Y después nos dice que el significado de ser fuerte o valiente es “poder recibir una herida”. Si el hombre puede ser fuerte, es por ser esencialmente vulnerable.
Esto lo vemos reflejado en que la mayoría de nosotros estamos experimentando una angustia espiritual e incertidumbre por la pandemia coronavirus. Pero como cristianos ¿qué pensamos que somos? ¿Nos apoyamos en la fuente de la fortaleza que es Cristo? “La reciedumbre humana que debemos intentar adquirir servirá de base a la virtud sobrenatural de la fortaleza, infundida por Dios en el alma, la cual eleva y potencia nuestros propios recursos. Solo ayudados por ella, conseguiremos alcanzar esas metas arduas y difíciles del vivir cristiano”. (Op. Cit. Pág. 3)
Hemos de responder a este tiempo presente con una respuesta de Fe, cómo mantener la perspectiva, cómo ser. Muchos están experimentando dolor, angustia, miedo, aflicción. Muchos están esperando respuestas, algo a qué aferrarse.
Un autor, abogado, profesor distinguido en la Universidad Sto. Tomás en Minneapolis, Michael Stokes Paulsen, propone que, para reaccionar espiritualmente de manera positiva a la crisis actual, debemos: Orar, Confiar, Actuar y tener Esperanza. Resumo:
Orar. Jesús nos enseñó que orar, importa. “Así pues, yo os digo: pedid y se os dará, buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá” (Lc 11. 9) Después de todo, hemos de estar seguros, que este virus es el trabajo de un enemigo –es mala hierba despiadada en oposición a los deseos de Nuestro Señor por el amor a la humanidad, “Señor ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña? … Él les dijo: Algún enemigo lo habrá hecho” (Mt 13. 24) Dios es quien activamente se compromete en batalla en contra del demonio, Él mismo nos invita a orar por Su milagrosa intervención. Oremos por ese milagro.
Confiar. Difícil confiar en estos tiempos, pero no vivamos con temor, a pesar de todo. Vivamos nuestra FE. Los milagros sí son posibles, pues si fue Dios quien creó el universo y toda la existencia, muy seguramente es capaz de intervenir milagrosamente en Su creación. Muchas veces no palpamos los milagros que Dios nos concede día con día, no vemos lo extraordinario en lo ordinario de cada día. Esperemos, oremos por más y más milagros, Dios los hace a través de seres humanos ordinarios.
Actuar. Actuar propiamente con FE, hacer lo correcto. Muchos de nosotros queremos actuar, ir a la acción, pero tantos otros no podemos hacer nada. Entonces, nosotros cristianos ¿qué podemos o debemos hacer? Lo primero es no-hacer lo que siempre hacemos, detenernos en la vida rápida que todos llevamos, quedémonos en casa. También pedir a Dios que rompa las cadenas que nos atan, que dé respuesta a nuestras plegarias, que nos ayude a romper, entender y obedecer que no debemos seguir nuestra costumbre de activismo diario, tener por prioridad el bien de todos. Tomar en cuenta que el bien común, es mi propio bien, “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, aplicarlo literalmente, conectémonos, compartamos, expresemos, comuniquemos, ayudemos a los demás de esta manera, vivamos por los demás y no sólo por nosotros mismos. Vivamos en la comprensión que todos somos mortales, y preparémonos para lo que venga después.
Tener Esperanza. Ver a futuro con esperanza al día en que la obscuridad termine, y prepararse a ese día con confianza. La esperanza es derivada de la confianza. Alimentemos tal esperanza. Podemos hacerlo preparándonos para ese día en que nuestras plegarias sean respondidas, nuestra confianza sea justificada, nuestras acciones (e inacciones) sean compensadas y nuestras esperanzas se realicen. ¡Preparémonos!
El Evangelio compara la vida de los hombres débiles y de los fuertes con aquellos que edifican su casa blanda e inconsistente, o sobre roca, sólida y segura (Cfr. Mt 7, 23-27). “…Alguien tiene personalidad cuando mantiene, como la roca, en todo momento –en medio de la variedad de circunstancias, incluso las más adversas–, una unidad fuerte y coherente, un centro de equilibrio permanente y sólido cimentado en los más profundos principios y convicciones personales.” (R. Llano)
Un santo dijo: “Acepta la Voluntad de Dios, porque cuando aceptas el dolor, el dolor no es dolor, porque esa Cruz la lleva Él” (San Josemaría).
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