Intercesión

La Oración (VII). Podemos ser “puentes”

1) Para saber

Es muy provechoso leer biografías de los santos, pues nos señalan de modo concreto cómo reaccionaron ante diversas circunstancias. Sucedió durante un viaje apostólico de san Juan Pablo II. En el vuelo, el papa iba rezando la Liturgia de las Horas junto a la ventanilla. Al piloto le llegó un mensaje urgente para el papa. Se lo dieron a uno de sus colaboradores. Inmediatamente se dirigió al asiento del papa y esperó a que volteara para decírselo, pero seguía rezando. Se movió impaciente para llamar su atención, pero seguía rezando. Impaciente, comenzó a toser para llamar su atención. Por fin, el papa levantó la mirada, preguntando si se ofrecía algo, pues estaba rezando. “Sí, Santidad, traigo un mensaje muy urgente y grave”. El papa le dijo con calma: “Entonces, si es muy grave, el papa debe seguir rezando más”. Y siguió rezando.

Una lección donde se sabe valorar los momentos en que se está hablando con Dios. El papa Francisco en su catequesis sobre la oración nos señala la importancia de la intercesión. Tomó como ejemplo a Moisés, el cual, por su amistad con Dios, siempre oró por su pueblo, no obstante que fallaba.

2) Para pensar

La oración de intercesión de Moisés fue efectiva y el pueblo se vio beneficiado de las gracias divina. Dios, que es quien suscitaba esa oración de Moisés, es más generoso de lo que podemos imaginar. A veces podemos pedir con poca fe, y Dios nos sorprende con un don mayor. Hay una anécdota en la vida del inventor Thomas Alva Edison que nos lo recuerda.

Sucedió cuando Edison comenzó a comercializar sus inventos. Había diseñado en su estancia en Wall Street un indicador de cotizaciones electrónico y automático. El aparato servía para tener informados a los agentes de Bolsa de los precios de las acciones.

Se dirigió Thomas al presidente de una gran compañía de Wall Street para ofrecerle su invento. Dudaba cuánto pedir por él. Pensó que con dificultad le daría tres mil dólares o tal vez alcanzaría a pedir cinco mil, que en el año 1870 ya era una cantidad respetable. Se lo mostró y cuando llegó el momento de ponerle precio, se puso nervioso y mejor dijo: “Hágame usted una oferta”. Casi se desmaya cuando el hombre de Wall Street le respondió: “¿Qué le parecen cuarenta mil dólares?”.

A veces nuestra visión es muy limitada. Pensemos si nos falta confiar más en la omnipotencia divina.

3) Para vivir

La oración de Moisés es semejante a la de Jesús. Moisés, a pesar de sentirse indigno, siente misericordia por los pecados de su pueblo y ora por él. Jesús, desde la Cruz, intercede por sus verdugos. Por ello es el pontífice, es decir, el “puente” entre Dios y los hombres. Y nos invita a serlo también. Son “puentes”, no solo el papa o las personas entregadas a Dios, también los niños, los enfermos, las madres de familia, los laicos, cualquier bautizado que ora, puede interceder. Todos podemos ser esos “puentes” entre Dios y los demás.

El mundo vive y prospera gracias a la misericordia de Dios que escucha nuestras oraciones de intercesión. Concluye el papa invitándonos a que cuando nos entren las ganas de condenar a alguien y nos enfademos, no condenemos, sino intercedamos por él, y esto nos ayudará mucho.

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