1) Para saber
En ocasiones los sueños pueden significar algo más que una fantasía. Eso le sucedió a san Jerónimo cuando era joven. Sucede que era muy aficionado a la lectura de grandes escritores profanos en latín especialmente de Cicerón, aunque también admiraba a Virgilio y Plauto. Eso hacía que los escritos de la Biblia en latín no le atrajeran. Pero en una ocasión recibió una gracia especial. Jerónimo soñó que era transportado al tribunal de Dios, que le preguntó con gran severidad quién era. Jerónimo respondió: “Soy cristiano”. Pero el soberano juez le replicó: “Mientes. Tú no eres cristiano, eres ciceroniano, porque donde está tu tesoro, allí está tu corazón”, y enseguida dio una orden para que lo azotasen. El mismo santo escribía después a su amigo Eustoquio: “Comprendí muy bien al despertar que aquello había sido más que un sueño, pues aún llevaba marcadas en mis espaldas los golpes del látigo que había recibido. Desde aquellas fechas comencé a leer las Santas Escrituras con más entusiasmo que el que había puesto en la lectura de autores profanos”.
El 30 de septiembre la Iglesia conmemora a San Jerónimo. Este año se conmemoró el 16º Centenario de la muerte de este santo. Con ese motivo el papa Francisco escribió la Carta Apostólica Sacrae Scripturae affectus (Amor a la Sagrada Escritura) referida a san Jerónimo para fomentar el amor a la Biblia por parte de los fieles.
En la Carta, el papa Francisco describe que este santo ha dejado a la Iglesia como herencia una estima por la Sagrada Escritura, un amor vivo y suave por la Palabra de Dios escrita. El papa destaca su admirable figura en la historia de la Iglesia y su gran amor por Cristo.
2) Para pensar
Juan Jacobo Rousseau fue escritor y filósofo, entre otras ocupaciones. No se destacaba por su fe, ni por su religiosidad. No obstante, reconocía el valor de la Sagrada Escritura como lo dejó escrito: “¿Cómo rehusar el testimonio de un libro escrito por testigos oculares, que lo firmaron con su sangre, recibido en depósito por otros testigos, que nunca han dejado de darlo a conocer en toda la tierra, y por el que han muerto más mártires que letras tienen sus páginas?… Confieso que la majestad de los Evangelios me asombra: la santidad del Evangelio habla a mi corazón. Mirad los libros de los filósofos con toda su pompa, ¡qué pequeños son comparados con aquél!”
El rasgo peculiar de la figura espiritual de san Jerónimo fue su amor apasionado por la Palabra de Dios, transmitida a la Iglesia en la Sagrada Escritura. El papa Francisco nos invita acudir a la Biblia recordando que es un libro escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo.
3) Para vivir
San Jerónimo (340-420) se dedicó en Tierra Santa a traducir manuscritos antiguos de sus idiomas originales –hebreo, arameo y griego– al latín, traducción conocida como la versión Vulgata. Se convirtió en un profundo conocedor y apasionado divulgador de la Sagrada Escritura.
Si bien, últimamente se ha descubierto la belleza narrativa y poética de la Biblia, san Jerónimo se dedicó a la Sagrada Escritura más que por gusto estético, para conocer cada vez más a Cristo, porque, decía, ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo.
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