La epifanía

¿Qué mensaje nos dan los Santos Reyes?

Festividad importantísima de la Civilización Occidental y Cristiana es la Epifanía, popularmente conocida como la Fiesta de los Santos Reyes.

Una festividad que cierra con broche de oro el ciclo navideño, tanto así que en países como España suele llevarse a cabo la gran cabalgata de Reyes.

Una festividad que viene siendo algo así como una pequeña Navidad. Y tan cierto es esto que en las iglesias ortodoxas de Oriente la Navidad se celebra precisamente el Día de Reyes.

Una festividad que adquiere un realce muy especial dentro del Mundo Hispánico puesto que gira en torno a los regalos que los Santos Reyes (Melchor, Gaspar y Baltasar) habrán de traerles a los niños que supieron tener una conducta ejemplar durante todo el año.

Una festividad que gastronómicamente se celebra con una rosca que en su interior lleva un muñeco; muñeco que obligará a quien lo encuentre a pagar una tamalada el 2 de febrero, fiesta de la Candelaria.

Ahora bien, si deseamos analizar desde otro ángulo esta festividad tan importante, empezaremos por mencionar el nombre con el cual la Iglesia la celebra: Epifanía, palabra que en griego significa “manifestación”.

Y es que fue en el momento en que aquellos magos venidos de Oriente se presentaron en Belén cuando el Niño Dios empezó a manifestarse a todos los pueblos de la tierra.

Exégetas que han estudiado a fondo las Sagradas Escrituras coinciden en afirmar que los primeros en adorar al Niño Bendito (los pastores) representaban a los más cercanos, o sea, al pueblo de Israel del cual Jesús formaba parte.
En cambio, en el momento en que ese mismo Niño Bendito se manifestó a los magos; en ese instante quienes ahora le adoraban estaban representando a los restantes pueblos del orbe.

Esto significa que la fiesta de la Epifanía es la manifestación de Jesús al mundo entero, razón por la cual no valen posturas segregacionistas ni mucho menos racistas.

Nada de eso. Jesús el Salvador vino al mundo con la misión específica de redimir a TODOS los pueblos de la tierra.

Es aquí donde encuentra su fundamento la vocación misionera de la Iglesia católica que Cristo mismo hizo patente cuando, poco antes de la Ascensión, ordenó a sus discípulos: “Id y predicad a todos los pueblos de la tierra…”.

En el momento en que, a partir de 1492, España empezó a enviar miles de misioneros al Nuevo Mundo predicando el Evangelio; en ese momento se apoyaba tanto en el “Id y predicad…”, como en la idea medular de la Epifanía que significa –como antes dijimos– que Cristo se manifiesta a todos los pueblos.

Esa es la razón por la cual se dice que la verdadera Iglesia de Cristo es católica, o sea, universal.

El hecho de que la doctrina católica considere iguales a todas las gentes, por ser todos hijos de un mismo Padre trajo como consecuencia más importante la del mestizaje, o sea, que en tierras de la América española no se diera un sentimiento de asco racial que, por desgracia, sí se dio en tierras del mundo anglo protestante.

La fusión de las razas dio origen a la Gran Nación Mestiza que hoy predomina en Hispanoamérica. Sin lugar a dudas, este es uno de los frutos más admirables de la obra misionera española que con tanto éxito iniciara esa Gran Reina que fue Isabel la Católica.

Un fruto que, repetimos, se fundamenta en esa Epifanía a unos magos llegados de Oriente que, en aquel momento histórico, nos estaban representando a todos nosotros.

Todo lo demás –rosca de reyes, cabalgata, regalos a los niños buenos, etc.– son valiosos elementos folklóricos dignos de conservarse por siempre.

Sin embargo, repetimos, la idea medular es la siguiente: No existen razas superiores ni inferiores por la simple y sencilla razón de que TODOS somos hijos de un Dios que en Cristo se hizo hombre y que por nosotros padeció para, sin excepción, redimirnos a TODOS.

Te puede interesar: Soul, la película

* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de voxfides.com

@voxfides 

Artículos Relacionados