1) Para saber
En sociedad, es imprescindible tener a alguien de quien fiarnos, en quien confiarnos. El escritor británico Graham Greene escribía que “es imposible ir por la vida sin confiar en nadie. Es como estar preso en la peor de las celdas: uno mismo”.
Con ocasión de estar en el Año de la Familia “Amoris Laetitia”, el papa Francisco escribió una carta dirigida a los esposos y esposas de todo el mundo. Por una parte, quiere mostrarles su cariño y cercanía; por otra, ayudarles a saber llevar y superar las diversas dificultades con las que se enfrentan, en especial por las que ha ocasionado la pandemia. Para ello vio oportuno considerar dos aspectos de la figura del patriarca Abraham para vivirlos: su confianza y su amor.
Hay un parecido de los esposos con Abraham: así como el patriarca salió de su casa y de su patria, hacia un lugar desconocido e incierto, así, cuando los novios se casan también salen de su casa a un futuro desconocido. La pandemia también nos ha llevado a “salir” de nuestro modo de vivir y de nuestras seguridades.
Pero, al igual que Abraham confió en el amor de Dios y se entregó a su designio, así los esposos han de confiar en el amor del cónyuge y entregarse por amor.
2) Para pensar
Se cuenta que un escalador de alta montaña llamado Pedro decidió ascender una difícil montaña. Tenía graves dificultades en su solitario ascenso a la cumbre y, para colmo, además de oscurecer, empezó a nevar con fuertes vientos. La nieve caía sin cesar y no dejaba ver. De pronto, Pedro resbaló y… se precipitó en el vacío. Solo la cuerda de escalada propició que el deportista quedara colgando. Su lámpara había caído y no veía nada.
Hacía mucho frío y, con un gran susto, Pedro suplicaba una y otra vez: “¡Dios mío, sálvame! Por favor, ¡sálvame!”. Poco tiempo había transcurrido cuando escuchó una voz potente que le decía: “Pedro, corta la cuerda”. Pero el escalador pensaba para sí: “No estoy tan loco para cortarla… Tal vez aguante hasta el amanecer”. Pero la voz insistía: “Pedro, corta la cuerda”. Una y otra vez: “Córtala, confía en mí”. Pero Pedro no se atrevía a cortarla en medio de la oscuridad. Por la hipotermia se fue quedando dormido…
Una vez amanecido, en un día frío pero soleado, unos montañeros que escalaban encontraron el cadáver del escalador colgado, sujetado su arnés por la cuerda de seguridad. Pedro había fallecido congelado y colgado de la soga… a medio metro del suelo. ¡50 centímetros era todo el salto que se le pedía!
Cortar la cuerda, salir de la ‘zona de confort’, no es imprudencia si lo aconsejan, con buena fe y gran conocimiento, aquellos que nos aman.
3) Para vivir
La confianza de Abraham se fundaba en el amor de Dios. En el matrimonio también la confianza está basada en el amor que posibilita la entrega mutua. Además del amor mutuo, el papa Francisco quiso recordar a los matrimonios que será el amor a Dios el que ayude a afrontar el futuro, a “salir de nuestra tierra” a lo desconocido: el trabajo, la llegada de los hijos, las enfermedades… Será desde nuestra fe cristiana que sabemos que no estamos solos ya que Dios está en y con nosotros. Ese amor que los hijos descubren será esencial en su educación. Pero ese aspecto se tratará próxima vez.
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