1) Para saber
Se cuenta que en una ocasión iba una mamá con su hijo pequeño, cuando se les acercó una amiga de la mamá que no era nada esbelta. El niño al verla exclamó: “¡Qué gorda está!”. La madre muy apenada ordenó a su hijo: “Hijo, ¡dile que lo sientes mucho!”. El niño obediente le dijo a la señora: “Siento mucho que esté muy gorda”.
La obediencia, siendo algo bueno, requiere, como cualquier virtud, de la caridad. Como seres humanos, nuestros actos han de ir acompañados de la razón. Los niños aún no la desarrollan, pero el adulto ha de hacer las cosas convencido. Por ello, no basta hacer las cosas, sino se ha de interiorizarlas, conocerlas con la razón y hacerlas propias. El papa Francisco en su Audiencia señala que existe el peligro de simplemente cumplir los preceptos o ritos de la Iglesia, pensando erróneamente que sólo eso es la Iglesia y así ya obtengo la salvación. Hay quien asiste a ceremonias de la Iglesia, por ejemplo a un matrimonio, y luego no vuelve al templo. Se olvida que el principal mandamiento es el del amor, a Dios y al prójimo, y que la Iglesia está para tener un encuentro con Dios mismo.
2) Para pensar
“Regreso a Ítaca” es un reportaje que recoge seis historias de personas que han vuelto a la fe católica después de varias décadas sin práctica religiosa. María Villarino, coordinadora del proyecto, explicó que el nombre de Ítaca es un símbolo por la isla que Homero pone al viaje de regreso de Ulises a su casa.
Una de esas historias es la de Rosa. Aunque católica, declara que hacía todo “por cumplir, por quedar bien”; se sentía “obligada” a practicar el cristianismo, iba a Misa por obligación… No lo hacía libre ni convencida. Creía en Dios pero lo pensaba muy lejano y difícil para comunicarse con Él.
Una amiga, que vivía su fe de manera auténtica, la invitó a unas charlas de formación. Fue, y en una ocasión vio un video donde San Josemaría Escrivá decía que todos los cristianos hemos de ser como farolillos encendidos, porque hay cristianos apagados. Ella pensó que su vida estaba apagada. Para obtener paz, fue a unos ejercicios espirituales. Ahí comprendió lo que significa ser hija de Dios, y “fue como una explosión”. Se descorrieron “las cortinas de mi vida y entró la luz del sol”. Vio las cosas de modo diferente. Eso le cambió la vida, ahora podía ver a Dios en los demás. Ya no se siente sola nunca: “Dios me mide por lo que amo, no por lo que hago mal; sé que si caigo tengo una red, y no pasa nada”, asegura Rosa.
El documental —que puede verse en el sitio opusdei.org—, recuerda las palabras del papa Francisco: “Dios es un Padre que me ama y espera mi regreso”. La Iglesia es madre y hogar, no una institución fría y burocrática.
3) Para vivir
El Apóstol san Pablo les dice a los gálatas, que no piensen que ellos se salvan a sí mismos al cumplir los preceptos, olvidando que la salvación la obtuvo Jesucristo con su muerte y resurrección. Jesús es el Salvador y el Espíritu Santo quien cambia nuestro corazón: no nuestras obras.
Se trata de cumplir los preceptos obedeciendo al Espíritu Santo, pero con amor a Dios y para disponernos a amarlo cada vez más. Al captar la belleza de la fe en Jesucristo haremos las cosas dando un testimonio alegre de nuestra fe.
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